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Cafe Racer Kawasaki Zephyr 1100, el Zafiro Maldito

Sobre la base destartalada de una vieja Kawasaki Zephyr 1100 nos propusimos crear una espectacular café racer (Bratstyle). Bautizada como el “Zafiro Maldito”, aquí os contamos todo el proceso de elaboración y su truculenta historia...

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Jorge Torrecillas
Alberto Lessmann

04/04/2016


ASPECTOS POSITIVOS

Estética
Acabados
Escape artesanal

ASPECTOS NEGATIVOS

Horas y horas de trabajo
Maldiciones inesperadas
Poner motor a punto

“Tengo en mi garaje una moto que ocupando espacio. Era de mi hermano y lleva parada ahí muchos años ¿La quieres?”, me dijo mi vecina hace ahora casi dos años. Ante una oferta así es difícil decir que no. Bajé a su garaje a allí vi a aquella extraña máquina. Era una moto modificada de difícil identificación. La transformación era de dudoso gusto pero tenía buena base para trabajar sobre ella. Con un segundo vistazo identifiqué que la moto original era una Kawasaki Zephyr 1100 de principios de los 90. Una joya de la que no habían llegado muchas unidades a España. No lo dudé y me la quedé. Es así como nace la historia del Zafiro Maldito, que ahora entenderéis el porqué de su nombre…

Única superviviente

Antes de ponernos a trabajar sobre la moto era necesario ver en qué estado se encontraba. Nuestros amigos del taller Motobross (Algete, Madrid) se ofrecieron para ponerla a punto. A los pocos días cuando apenas habían podido limpiar los carburadores, unos ladrones asaltaron la tienda y robaron todas las motos del interior. Solo la Zephyr sobrevivió al robo y esperaba impertérrita a los propietarios entre tanto caos. El robo fue tan grande que Motobross tuvo que cerrar. La maldición comenzaba.

Comienza la preparación

Quisimos confiar en el buen hacer de Roa Motorcycles para dar vida a la nueva moto. Jaime, su propietario, vecino además de nuestras oficinas, y gran profesional se sintió atraído por aquella extraña montura que vio con muchísimas posibilidades.

Desmontamos la moto entera para pintar chasis y motor. Al sacar el pesadísimo bloque algo falló y casi quedamos sepultados bajo aquella mole de 1100 cc “de los de antes”. Por suerte Jaime pudo zafarse, pero muy cerca estuvo de sufrir un accidente. Segundo aviso de la Maldita.

Como no podía ser de otro modo quisimos equiparla con los menores componentes. Por ello buscamos y rebuscamos quiénes fabricaban piezas exclusivas para la vieja Zephyr y muchas marcas se mostraron interesadas en el proyecto. Moriwaki, Pirelli, Rizoma, K&N, Motogadget, Hagon, C59R... entre otras que puedes ver en la página de detalles.

Con casi todas ellas tuvimos problemas con los envíos de las piezas. O bien llegaban confundidas o bien se perdían en el camino… El caso es que por un motivo u otro nada salía a la primera. Por suerte, y tras mucha persecución, todo acababa llegando. Empezamos a creer que algo a alguien no quería que la moto se terminase. Tanto es así que la moto debería haberse presentado hace medio año…. 

Uno de los componentes más importantes era el escape. Hablamos con la central de Moriwaki en Japón, la única casa que hacía escapes para esta moto de manera artesanal y con calidad más que probada. Nos mandaron un espectacular 4 en 1 y un cárter rebajado para poderlo montar. Además de unas finísimas tapas de motor y embrague. El pedido tardó en llegar más de la cuenta y tuvimos muchos problemas en la aduana española. Finalmente pudimos recogerlo tras mucho papeleo.  Impresionante la calidad y acabados de la casa de Motegi.

Con el desmontaje vimos que la modificación que había recibido previamente era muy radical, con el chasis cortado a sierra en su fase final. Hubo que reconstruirlo y darla la forma redondeada actual. También encontramos que el cableado original estaba cortado y carcomido en muchas zonas. Iba a ser difícil reconstruirlo.

Cafe Racer Moto1pro, Kawasaki Zephyr 1100 Moto1pro

La pesadilla del cableado

Rehacer el sistema eléctrico es lo que más quebraderos de cabeza nos llevó. Recurrimos a los especialistas en mecánica Guso Racing, habituales colaboradores de la casa. Ellos se liaron la manta a la cabeza sin saber bien que aquel cableado iba a dar muchísima guerra. Hubo que pedir a Kawa el esquema eléctrico original para volver a tirar todos los cables desde cero y anular los que ya no servían ya que con la M-Unit (centralita) de Motogadget todos el sistema de luces e instrumentación iba por otro canal más moderno. Guso sufrió en sus carnes la maldición de la Zephyr y casi se volvió loco. Tras muchísimas horas –nunca nos confesó cuántas- logró rehacerlo entero. Las piñas de luces e intermitentes son por pulsaciones, una verdadera pasada, además de que el ordenador de a bordo se controla también desde un botón en el manillar. Dejar todo perfecto era tarea de chinos, pero el gran Guso supo colocarse de nuevo los galones de especialista.

Pintura exclusiva

Para la pintura quisimos contar con los mejores: Artenruta (Villarejo de Salvanés, Madrid). Se encargarían de revivir depósito y casco. No sólo arreglaron el depósito por dentro que estaba muy deteriorado, sino que diseñaron un azul celeste exclusivo para esta moto, inédito hasta la fecha. Sus profesionales además dieron un efecto de aluminio cepillado en la zona central del tanque, que simula metal, pero es pintura. Trabajo fino, fino. El mismo efecto dieron al casco que veis en esta sesión de fotos. 

Puesta a punto

Como el tiempo corría y las fechas de cierre se fueron pasando decidimos dejar la moto casi terminada por si hacía falta hacer las fotos estáticas antes de que la Zephyr echara a andar. Montamos todo: manillar, estriberas, depósitos de líquidos, manetas y bombas de frenos, cuero en la palanca de cambio, cajetín de baterías y centralita…  Sin embargo,  al retrasarse el reportaje un mes más por problemas varios hubo margen para recurrir a HDC Rebuilt (Coslada, Madrid) y confiar la puesta a punto a ellos. Pensamos que con carburar la moto sería suficiente, pero hubo que abrir también el motor y hacer reglaje de válvulas ya que no lográbamos que fuera redonda. Demasiados años parada. Como sabéis para carburar correctamente es necesario que el motor este a temperatura adecuada. En medio de esta operación la Maldita empezó a echar aceite por todos lados. Una humareda blanca inundó el taller y pensamos que aquello pegaría una explosión. Un mal cálculo en alguna de las fases hizo que echáramos más aceite de la cuenta y la Zephyr no perdonó. Un nuevo castigo al trabajar sobre ella que casi nos cuesta una intoxicación y más de una quemadura.  Al irla a arrancar de nuevo algo fallaba. La pintura era tan aislante que no hacía masa por ninguna parte. ¿Algo podía ir peor? Por suerte, estábamos en buenas manos y el gran Félix redireccionó el desastre y salimos de allí con la moto al dente para hacer las fotos de acción.

Cuando todo parecía que estaba bien…

La tarde antes de hacer las fotos para este reportaje Jaime, de Roa Motorcycles, y un servidor quisimos dejarla perfecta. Repasamos uno por uno todos los detalles y al ir a comprobar el alumbrado las luces no funcionaban. Inexplicablemente varios cables se habían partido y tuvimos que desencintar todo de nuevo para encontrar el fallo eléctrico. ¡¡A altas horas de la madrugada conseguimos que todo funcionara de nuevo y arrancó a la primera!! La pesadilla parecía haber terminado 20 meses después de aceptar el desafío.

Pero no. Habíamos quedado al amanecer con Alberto Lessmann, el mejor fotógrafo para inmortalizar al “Zafiro Maldito”, el nombre con el que bautizamos a la moto aquella misma noche. Eran las 6:50 AM, +3 ºC, estaban saliendo las primeras luces del alba. Moto en el caballete, reluciente, solo faltaba montar el equipo de luces para iluminar y disparar. Éste estaba en la furgoneta de Alberto. La llave se había quedado dentro y la furgo estaba cerrada. No había manera de abrirla… la maldición nos persiguió hasta el último instante. El cómo logramos sacar adelante la sesión es otra historia… 

COMPONENTES “ZAFIRO MALDITO”

La moto al detalle...

Escape

Escape completo y artesanal Moriwaki. Salida 4 en 1. Realizado en acero y acabado en negro mate. Rabaja en 13 kilos el peso del doble escape original. Para poder instalarlo fue necesario montar un cárter rebajado también de la marca japonesa para que pudiera ir la “panza” por debajo a ras de suelo. Este cárter reduce el peso del conjunto y hace que entre 1 litro menos de aceite en el motor. 

Parte trasera

Intermitentes Rizoma Club de LED. Luz de freno integrada en el asiento. Amortiguadores Hagon Nitro multirregulables. El asiento es totalmente artesanal y se ajusta al milímetro a la nueva forma del subchasis. 

Pintura exclusiva

El trabajo de pintura es espectacular. Se ha buscado un azul suave que contrasta con el efecto de aluminio cepillado del tanque. Muy cuidado gracias a los especialistas de Artenruta. El chasis va en negro anodizado y el motor en plata. 

Arranque

Se ha empleado un clausor tipo coche colocado a la altura del asiento para despejar la parte frontal. Suministrado por C59R Store. Pueden verse aquí también los 4  filtros de potencia K&N. 

Instrumentacion y controles

Se confía a MotoGadget. El Chronoclasic no sólo marca rpm y velocidad, sino temperatura de ambiente y motor, carga de batería, km, luces etc… En necesario montar la centralita M-Unit para su gestión.  Ancho manillar Rizoma Drag Bar sobre el que se incorporan las piñas de pulsación MotoGadget que controlan intermitentes, luces y bocina. Se montan también puños Sport y espejos minimalistas cuadrados de la marca italiana. 

Bombas de freno y embrague

Bombas de freno y embrague radiales de competición Accossatto. Los depósitos de líquidos son Rizoma (freno) y Beringer (embrague). Máximo tacto. 

Acabados premium

La palanca de cambio está acabada en cordón de cuero. Las estriberas Rizoma contrastan con el clasicismo de la moto. Las tapas de embrague y motor Moriwaki con las siglas japonés  aligeran también el conjunto y mejoran la estética.

Frontal

Faro C59R de corte clásico y acabado en negro mate. Intermitentes integrados en el mismo faro. Fuelles de horquilla de la misma marca. Se mantiene la suspensión delantera original. 

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