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Suzuki GSX-S1000

Suzuki GSX-S1000: El lado más bestia

Del circuito a la carretera, la nueva Suzuki GSX-S1000 es una GSX-R1000 camuflada, vestida de calle para disfrutar de todas sus prestaciones, llevar las supernakeds un paso más allá. Vivir cada día el lado más bestia de la vida.

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Roberto Ruiz
Javier Martínez
26/08/2015
Suzuki GSX-S1000
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Roberto Ruiz
Javier Martínez

26/08/2015


ASPECTOS POSITIVOS

Motor
Frenada
Comportamiento Sport

ASPECTOS NEGATIVOS

Agilidad en curva
Protección
Confort pasajero

Echábamos de menos un poco de marcha en Suzuki y es que con el paso de los años la firma de Hamamatsu se había quedado un poco dormida en según qué segmento. Este, el de las supernaked, estaba pidiendo a gritos una opción con la que plantar cara en un sector donde la competencia se había puesto muy seria, como podrás ver en el número 46 de Moto1Pro donde enfrentamos a nada menos que a la KTM 1290 SuperDuke, la BMW S1000R, la Triumph Speed Triple y la Kawasaki Z1000. Pues bien, esta Suzuki GSX-S1000 habría luchado de tú a tú con lo mejorcito de cada casa, y es que aunque en Japón se han tomado su tiempo para sacarla a la luz, ya que llega un poco más tarde que todas las demás, la realidad es que el resultado obtenido es bueno, muy bueno, y que la GSX-S1000 es una grandísima moto que nos ha encantado.

Tiene un motor excitante, una parte ciclo perfectamente equilibrada, una posición de conducción cómoda y mucho carácter al alcance del puño de gas. Suzuki ha trabajado duro para conseguir lo que buscaban, una moto supernaked de altas prestaciones que además sirve de base para dar vida a su también recién llegada hermana Suzuki GSX-S1000F carenada.

Genes deportivos

La Suzuki GSX-S1000 es una deportiva con piel de naked, con todo lo necesario para ser una moto válida para el día a día, con la que moverte por la ciudad si quieres ir a trabajar cada mañana, pero también con la que devorar tus carreteras de curvas preferidas a un ritmo frenético si lo que buscas es liberar una buena dosis de adrenalina.

Para cobrar vida esta GSX se sirve de elementos de varias GSX-R1000, ni más ni menos, tonterías las justas. El motor, sin ir más lejos, es una adaptación del tetracilíndrico de 999 cc empleado por Suzuki en sus GSX-R “mil” de 2005 a 2008. Las cifras son de 146 CV a 10.000 rpm y un par de 106 Nm a 9.500 vueltas. Tiene un tacto dulce y agradable, muy suave, casi delicioso, pero que conforme sube de vueltas pronto se le borra la sonrisa, se le frunce el ceño y se le arquean las cejas, a la vez que le salen unos pequeños cuernecitos, un rabo que termina en flecha, un tridente y una sonrisa diabólica. Pasa de ángel a demonio en cuestión de segundos, el motor empuja con rabia y un sonido ronco se encarga de poner tu ritmo cardiaco por las nubes.

Otro elemento con marca GSX-R es el equipo de frenos, las pinzas delanteras Brembo monoblock de 4 pistones y anclaje radial provienen de la GSX-R1000 2014, y con eso ya te puedes olvidar de problemas a la hora de frenar. Su frenada es otro de los aspectos que nos ha encantado de esta Suzuki, tienes potencia de sobra, un tacto firme y fiable, por lo que aunque las prestaciones del motor sean elevadas los frenos no tienen mayor problema para compensarlas. No habría equilibrio si bastidor y suspensiones no estuvieran a la altura. Chasis y basculante de aluminio también son heredados de la familia GSX-R, aligerados y con unas geometrías más conservadoras, tanto que la distancia entre ejes es 6 cm más larga para ganar en estabilidad, algo en lo que no falla en absoluto esta naked. Para dirigir y mantener el tren delantero Suzuki ha optado por una horquilla invertida firmada por Kayaba, con barras de 43 mm, y unos ajustes multirregulables. Firme, precisa y robusta, perfectamente acompañada por un amortiguador trasero igualmente regulable.

Desde luego no se puede decir que el conjunto chasis/basculante/suspensiones/frenos esté descompensado o poco compenetrado, si a este conjunto le sumamos la buena puesta a punto de su motor se consigue sin duda un paquete completo y efectivo, busques el uso que busques, pues tanto a ritmo bajo como empleándonos a fondo en curvas y rectas ha sido difícil encontrar pegas realmente destacables. Nos sentimos acompañados por la moto, está donde queremos cuando queremos, acelerando todo lo necesario y más, y deteniéndose y trazando como las mejores nakeds del mercado, con un aplomo que le hace ganar enteros.

Un poco de electrónica

Un poco, sólo un poco, pero bien puesta a punto. La GSX-S1000 no cuenta con modos de motor, la potencia que hay es la que hay y la entrega es la que es. No hay modo sport, urban o rain, aquí la respuesta del motor está en tu mano derecha, como ha sido toda la vida desde que las motos son motos.

Esto Suzuki lo compensa con un buen control de tracción que se sirve de 5 sensores repartidos por la moto, en acelerador, ruedas, cambio y cigüeñal. Ofrece 3 niveles de intervención además de una cuarta posición en la queda totalmente desconectado. El nivel 3 salta rápido, si la carretera no ofrece un buen agarre o el asfalto está mojado pronto verás parpadear el chivato del control de tracción en el cuadro. El nivel 2 es el más recomendable para conducción urbana, ese que te puede salvar de un susto si pisas pasos de cebra, o para uso tranquilo en carretera. Y ya, el nivel 1, es con diferencia el menos intrusivo, el ideal para conducción deportiva si quieres abrir el puño del gas sin miramientos a la vez que el control mantiene la rueda trasera siempre traccionando sobre el asfalto. El nivel 2 aguanta mucho antes de saltar, y el nivel 1 ya ni te cuento. Es decir, el control está ahí, pero sólo para cuando realmente hace falta, no antes, para que no moleste y sólo sea una ayuda y no una desventaja.

Las ayudas se completan con el buen ABS Bosch 9M, con ajustes enfocados a trabajar en carretera, per que Suzuki lo tiene como parte del equipamiento opcional y la GSX-S1000 estándar no lo incluye. Nuestra unidad de pruebas sí lo montaba y damos fe del buen aguante que tiene ante frenadas extremas, tanto delante como detrás.

El lado más bestia

Está hecha para vivir el lado más bestia de la vida. Es una roadster de genes deportivos, una R camuflada que no descuida todo lo bueno de las supernakeds. Eso sí, una moto más enfocada a ser disfrutada en solitario que a dúo ya que el confort del asiento trasero no es precisamente uno de sus fuertes. Una “moto gorda”, a pesar de sus formas súper compactas, que te deja claras sus intenciones desde que arrancas su motor y que desata una potente tempestad a partir de las 7.000 vueltas.

Es ágil, manejable y se siente ligera con sus 209 Kg de peso. Una moto que se ha hecho desear desde que la vimos por primera vez en el salón internacional INTERMOT de Colonia 2014, pero que ya está aquí en azul, gris mate y rojo/negro a un precio bastante atractivo: 11.999€ en su versión estándar, y 12.499€ en su versión ABS.

La moto al detalle...

Motor

Un 4 cilindros en línea DOHC de 999 cc que ha dado vida a las GSX-R1000 de 2005 a 2008. 146 CV a 10.000 rpm y un par de 106 Nm a 9.500 vueltas. Renovado y adaptado, pero con mucha rabia en su interior. Pistones ligeros, nuevos perfiles de los árboles de levas para adaptar la distribución a un uso más diario y una gestión del motor más eficiente gracias a una centralita más avanzada. Súper lineal, potente, con un tremendo par en toda su gama de revoluciones y con un carácter muy deportivo.

Frenos

Suzuki no se ha andado con chiquitas a la hora de elegir frenos. Delante monta las mismas pinzas Brembo monoblock de anclaje radial y cuatro pistones opuestos de 32 mm de la Suzuki GSX-R1000 2014, combinadas con discos flotantes de 310 mm. La potencia de frenado es tan admirable como la aceleración de su motor. El ABS no es de serie y supone 500€ más sobre la versión estándar.

Suspensiones

Delante se monta una horquilla invertida KYB de barras de 43 mm multirregulable y detrás un monoamortiguador hidráulico con bieletas igualmente regulable. Los tarados de fábrica son más firmes que confortables, lo que permite que en comportamiento deportivo nos haga ir siempre por el sitio correcto sin titubeos.

Electrónica

La GSX-S1000 no puede presumir de un extenso alarde electrónico en su interior, pero Suzuki al menos no ha querido dejar pasar la oportunidad de equipar en ella un buen control de tracción que manejamos desde la piña izquierda. El control es regulable en tres niveles de intervención para conducción deportiva, urbana o con lluvia, y también puede ser desconectado por completo. Comprobado, funciona a la perfección, abrirás gas sin miramientos.

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