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Mujeres en el Mundial de Velocidad

Las mujeres en el Mundial de Motociclismo

Las mujeres se han hecho un hueco en los campeonatos motociclistas. No es una tarea sencilla, pero en los últimos años se han hecho presentes en diferentes campeonatos gracias al impulso de varias pilotos españolas.

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Redaccion Moto1pro
J.P. de la Torre
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Fecha08/03/2018
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Fecha08/03/2018


La española María Herrera ha sido la última en inscribir su nombre en la lista de pilotos que han logrado puntuar en el Mundial. Son miles de hombres, pero solo un puñado de mujeres. Ahora María ha tomado otro rumbo, el del Mundial de Supersport 300, donde se ha integrado en el equipo campeón, el MS Racing, con el que Marc García consiguió el título el año pasado.

María Herrera llegó al Mundial de Moto3 precedida de sus éxitos en el FIM CEV.

La nueva categoría de Supersport 300 ha marcado un hito en la historia del motociclismo femenino. Ana Carrasco, que el año pasado se introdujo en esta nueva competición tras un irregular periplo por el Mundial de Moto3 y el FIM CEV de Moto2, ha sido uno de los pilotos punteros del campeonato, y en la cita de Portimao se hizo un hueco en la historia al lograr ganar la carrera, convirtiéndose así en la primera mujer que ganaba una carrera de campeonato del mundo.

Ana Carrasco logró en Portimao 2017 la primera victoria de una mujer en el Mundial

El motociclismo es un deporte marcadamente masculino, donde las mujeres han sido una excepción, aunque poco a poco se va poniendo fin a esa situación. Es inevitable pensar si no sería necesario convocar un campeonato femenino debido a la creciente presencia de la mujer en las carreras de motos, como se hizo en off-road, donde hay campeonatos femeninos de motocross, trial, enduro y rallyes, con notables éxitos de las mujeres españolas: Laia Sanz, Sandra Gómez, Sara García… pero los ejemplos de Elena Rosell, Ana Carrasco y María Herrera, las últimas españolas que han corrido en Grandes Premios, que han crecido compitiendo contra chicos, hace pensar que no es lo que ellas necesitan, sino que lo que desean es medirse con los demás, de tú a tú. Porque no quieren que las consideren como mujeres en las carreras, sino como un piloto más.

Anke-Eve Goldmann fue la ganadora del primer campeonato motociclista femenino que se disputó.

Haciendo historia: mujeres pioneras

Hubo un lejano intento de crear un campeonato femenino allá por 1961. Ese año la Women International Motorcyclist Association (WIMA) puso en marcha una prueba en el circuito de Hockenheim en la que participaron una docena de mujeres procedentes de Alemania, Holanda, Francia y Gran Bretaña. La ganadora fue la alemana Anke-Eve Goldmann, a lomos de una BMW R69 de estricta serie, que se defendió bravamente en un resbaladizo circuito mojado por la lluvia. Pero la competición de la WIMA no tuvo continuidad. De esta forma, las mujeres apasionadas por la velocidad se han visto condenadas a medir sus fuerzas en condiciones desiguales en los Grandes Premios.

La única mujer que ha pisado un podio en los Grandes Premios como participante activa sigue siendo la alemana Ingeborg Stoll-Laforge, que durante varios años corrió como pasajera del francés Jacques Drion en la categoría de sidecares. Debutó en el Mundial en 1952, participando regularmente en el campeonato hasta 1957. Stoll-Laforge fue la primera mujer que compitió en el Tourist Trophy de la Isla de Man, en 1954. Cosechó importantes resultados en el Mundial, con varias subidas al podio (un segundo y cinco terceros puestos) pero ninguna victoria. Su mejor clasificación en el campeonato fue una tercera posición conseguida en 1953, y además en 1952 logró la quinta plaza, y en 1955 fue cuarta. Ninguna de las mujeres que le sucedieron en el Mundial, en diferentes cilindradas, logró alcanzar un rendimiento similar. Pero el destino le reservaba a la alemana un desenlace cruel, porque en 1958 ella y su compañero Drion murieron en una carrera internacional en Checoslovaquia.

Ingeborg Stoll-Laforge fue habitual de los podios en el Mundial de Sidecares en los años cincuenta.

Habría que esperar mucho tiempo para volver a ver a una mujer compitiendo entre hombres. Lo cierto es que la presencia femenina comenzó a proliferar en este mundo de hombres, pero siempre ocupando un papel secundario, o de simple comparsa, porque las labores de mayor responsabilidad seguían siendo patrimonio masculino.

Aún así quedaban algunas mujeres que no se conformaban con el papel que pretendía destinarle el varonil dominio ejercido en el motociclismo. Una de ellas fue la norteamericana Gina Boivard, que tuvo la determinación de lanzarse al más alto nivel de la competición, dejándolo todo para correr en el Mundial de 500. A pesar de su empeño, Boivard no logró ningún resultado digno de elogio, logrando clasificarse para carrera sólo una vez, en 1982, en el Gran Premio de Francia disputado en Nogaro, que fue boicoteado por las estrellas del campeonato. Pero no logró terminar.

En aquellos años otra mujer estuvo presente en los circuitos del Mundial siguiendo los pasos de Stoll-Laforge. Se llamaba Julia Bingham, y durante varias temporadas acompañó a su esposo Dennis como pasajera de sidecares. Ambos lograron el subcampeonato de Europa en 1981, pasando a disputar el Mundial al año siguiente. Su mejor resultado fue una sexta posición en Silverstone, en1982. Julia dejó el campeonato tras la temporada ’85. Su ejemplo es sólo uno más de los muchos casos que se han dado de mujeres que se han subido a un side como pasajeras, tanto en los Grandes Premios como en otras competiciones. Actualmente el ejemplo más destacado es la finlandesa Kirsi Kainulainen, pasajera de Pekka Päivärinta, que en 2016 se proclamaron campeones del mundo. Es el primer título absoluto que consigue una mujer en el motociclismo.

Julia Bingham formó equipo con su marido Dennis durante varias temporadas // Taru Rinne fue la mujer que más ha impresionado en la historia del Mundial de Velocidad

Taru Rinne y su legado

Quizás la mujer con el palmarés más brillante en la historia del Mundial de Velocidad sea la finlandesa Taru Rinne. Con sólo 18 años debutó en el Gran Premio de Suecia de 1987, participando en varias carreras. A todos les sorprendió esa menuda presencia, una nariz sonrosada y unas mejillas ligeramente maquilladas tras la pantalla del casco, sus ojos oscuros pero brillantes, y una melena pelirroja que asomaba bajo el casco, abundante, suelta y agitada por la velocidad. Rinne también supo callar la boca a muchos. Estuvo en los Grandes Premios apenas dos años, pero su mejor temporada fue 1989. En Hockenheim llegó a liderar la prueba, y al final terminó séptima, peleando en el grupo que optaba a la cuarta posición, a sólo diez segundos de Crivillé, ganador en aquella ocasión. Su actuación no fue flor de un día, porque hizo otras buenas carreras y terminó 17ª en clasificación final de la temporada. Sin embargo, en 1990, Rinne comenzó con mal pie, sufriendo varias caídas y lesiones, y optó por no concluir el campeonato.

La presencia femenina en el Mundial comenzó a ser más frecuente. La semilla dejada por Taru Rinne caló hondo, y no tardaron en aparecer nuevas mujeres en los Grandes Premios: Daniela Tognoli y la japonesa Tomoko Igata. Tognoli debutó en el Gran Premio de San Marino de 1993, y disputó un total de nueve Grandes Premios entre 1993 y 1994. Igata hizo su debut en Australia en 1994, y coincidió con Tognoli en las cuatro primeras carreras de la temporada. La italiana nunca puntuó. Igata corrió el Mundial en 1994 y 1995, y participó en 27 Grandes Premios, puntuando en ocho ocasiones. Su mejor resultado fue un séptimo puesto, como Rinne en 1989, pero sin la contundencia de la carrera de la finlandesa.

En 2016, la finlandesa Kirsi Kainulainen, pasajera en el side de Pekka Päivärinta, se proclamó campeona del mundo de sidecares.

Después de la marcha de Igata, el Mundial, acostumbrado ya a la presencia de una mujer en la parrilla de salida. Con la alemana Katja Poensgen el motociclismo femenino alcanzó sus más altas cimas de popularidad. Poensgen corrió en 250 en 2000. Llegaba al Mundial con una relevante sexta posición final en el Campeonato de Europa de Superstock, corriendo con motos de más de 100 CV de potencia, así que la alemana pretendía no ser una simple rareza exótica. La realidad es que Poensgen no pasó de ser un piloto del fondo de la parrilla. En su primera temporada mundialista no destacó en ninguna carrera, y sólo logró puntuar bajo el aguacero de Mugello, lo cual tiene su mérito. En 2001 no tuvo continuidad y aunque regresó en 2003, no le fue mejor.

Después de ella se han dado algunos casos más: la australiana Cath Thompson debutó, a sus 37 años, como piloto invitada en Australia 2001; Marketa Janakova, “wild card” en Brno 2003; y también la húnagara Nikoletta Kovacs en 2011 –que ahora trabaja como fotógrafa en el Mundial de MotoGP-, todas ellas corriendo en 125.

Elena Rosell disputó una tempada completa de MOTO2 en el equipo catarí QMMF.

Los casos más recientes han sido protagonizados por pilotos españolas. Elena Rosell llegó al Mundial de Moto2 en sustitución de Julito Simón en algunas carreras durante 2011, y luego disputó el Mundial completo en 2012, pero sin llegar a puntuar. En 2013 entró en escena Ana Carrasco, que sumó sus primeros puntos en la recta final de la temporada. Ese año también debutó María Herrera como invitada, acreditada por sus éxitos y sus victorias en el CEV. En 2014 y 2015 las dos coincidieron en Moto3, y ahora lo harán en el Mundial de Supersport 300.

De momento, no tenemos mujeres en los Grandes Premios, pero no tardarán en volver a aparecer. Ahora habrá que prestar atención a Supersport 300, la nueva base del Mundial de SBK. Allí, con total seguridad, las veremos destacar definitivamente.

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