Bultaco Sherpa T 350: La moto que conquistó el Himalaya

Bultaco Sherpa T 350: La moto que conquistó el Himalaya

Bultaco hizo cosas increíbles, pero quizás la más impresionante y ya irrepetible fue llegar hasta la cordillera del Himalaya, a los pies del Everest, del Kanchen y del Lhotse.
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Autor:
Juan Solo
Foto:
Expedición en Moto al Himalaya
Publicado el 18/04/2023
Bultaco Sherpa T 350: La moto que conquistó el Himalaya

En 1973 se alcanzó un nuevo hito en la historia de los deportes del motor y de las marcas de motos españolas de off road. Bultaco llegaba al Himalaya con su modelo más carismático que debía su nombre a aquellos confines, la Sherpa.

Rafa Puig Bultó fue el último de los expedicionarios que quedaba con vida, y nos dejó el pasado 28 de febrero a los 92 años. Rafa era sobrino de Paco Bultó y todo un impulsor del motociclismo de montaña de aquella edad de oro del off road. En 1970 puso en marcha Bultaco Zona 3, que era una de las tiendas más legendarias de Barcelona y un punto de encuentro de motoristas. Fue precisamente en esta tienda donde se dieron los últimos toques a la idea de conquistar el Himalaya con motos de campo.

Junto con Rafa Puig Bultó (que ejerció de guía), el resto de los expedicionarios fueron Jaume Samsó Puig (preparador y mecánico), Ramón García-Nieto (promotor), Lluis Solé Guillaume (cámara y responsable del documental que puedes encontrar en YouTube), Gerardo Pascual Pla (médico) y Dimas Veiga Molina, que fue el encargado de recoger todos los datos de la aventura y plasmarlos en un libro que hoy es objeto de coleccionistas y que se publicó 25 años después de la expedición gracias a Auto Retro: “Himalaya Namasté (Bultaco, la moto que conquistó el HImalaya)”. Todos los participantes tenían mucha experiencia en moto de campo y montaña.

Bultaco Sherpa T 350: La moto que conquistó el Himalaya

La Bultaco Sherpa era ya un mito

Como no podía ser de otra forma, la moto elegida tendría que ser una Bultaco y uno de los modelos más evolucionados de la firma del dedo rampante, la Sherpa T 350 modelo 125 de 350 cc).

La moto había recibido un escape diferente, con el silenciador alto, cojinetes de agujas para los piñones del cambio y un nuevo equilibrado del cilindro. Suspensiones y chasis permanecían invariables desde la anterior versión de 1972, lo mismo que los frenos.

Mecánicamente la expedición al Himalaya “no tenía más complejidad” que ir adaptando las motos (también a las personas) a la altitud que se iba ganando en cada etapa. Se llegó hasta los 5156 metros en el que se encuentra el glaciar Imja Khola, que se puso como objetivo final, tras decidir que era imposible avanzar con una nieve tan blanda y unas previsiones climatológicas que iban a cambiar.

Las motos llegaron embaladas en sus cajas hasta el primer campo base que se ubicó en Lukla, que no es más que un poblado con una mínima pista de aterrizaje donde se posó milagrosamente el Pilatus Porter, una avioneta que llevó a los miembros de la expedición hasta los pies del Himalaya.

Era el 7 de noviembre de 1973 y era la primera vez que una moto se ponía en marcha a los pies del Himalaya. La ruta sorteó caminos y puentes hechos de madera, grandes escalones de piedra, arena suelta y precipicios que hicieron que los expedicionarios tuvieran que rodar con mucha precaución. Hubo tramos en los que las motos tuvieron que atarse con cuerdas para poder sortear los grandes desniveles, como si se tratase de una prueba de enduro extremo. Una lesión o un accidente hubiera sido muy complicado en una zona tan despoblada y de tan difícil acceso.

En Namche Bazar tuvieron que realizar un trámite administrativo que consiste en sacar una suerte de pasaporte que permite el paso por la cordillera del Himalaya, a 3500 metros de altitud. Namche Bazar es el último punto de contacto con la civilización y aún quedaban algunas jornadas más hasta llegar a la meta.

Un camino algo más sencillo une Namche Bazar con el monasterio de Thyangboche, recinto tibetano más alto del mundo, donde se haría una parada de dos jornadas para habituar el cuerpo a la altitud. Allí el High Lama impartió su bendición a las seis Bultaco y sus pilotos, pero no se quiso subir en ninguna de las motos por su condición de reencarnación de Buda.

Tras abandonar el monasterio budista, el hielo y la nieve comenzaron a hacer acto de presencia, complicando mucho la marcha de las Sherpa, hasta llegar a Imja Khola, donde se ve que es imposible continuar y se decide dar la vuelta. El objetivo no era batir un récord, ni lograr un “más difícil todavía”, sino poner de manifiesto las posibilidades que tienen las motos de montaña. Montesa tenía ya su Operación Impala, y Bultaco su Expedición al Himalaya.

Lo más curioso de esta historia fue que así como Bultaco era una marca más enfocada al “marketing” que Montesa, fue la segunda la que supo sacar más provecho a su Operación Impala que Bultaco. De hecho el libro de Himalaya Namasté se editó 25 años después de la expedición, gracias al empeño de Auto Retro, en 1998, y siguiendo los apuntes que Dimas Veiga había tomado y que servirían de base para un libro que lógicamente se debería haber editado en los años 70.

De cualquier forma ya en 1973 la Bultaco Sherpa era todo un mito que pocas acciones de marketing necesitaba, además de ser la moto que revolucionó el mundo de trial gracias a Sammy Miller en 1965.

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