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Los orígenes del trail los ubicamos en las Yamaha XT 500, una curiosa moto en la que los aficionados franceses se fijaron para poner en práctica sus sueños de tener una máquina de aventuras. Un paso más allá de esta espartana moto fue la XT 600.
Llegó al mercado en 1984 como la opción más simple de la Ténéré, con un depósito de combustible más pequeño y compacto en el que sólo entraban 11,5 litros de combustible. Menos carenado, menos protección aerodinámica y en un principio arranque por patada y freno de tambor atrás. La Yamaha XT 600 era toda una moto de enduro suave con un incombustible motor de cuatro tiempos y cuatro válvulas.
Este propulsor se lubricaba con un cárter seco que permitía elevar la distancia entre el motor y el suelo y tener algo más refrigerado el aceite. En frío la moto tenía truco a la hora de arrancarla a patada, pero luego era coser y cantar… En caliente, a no ser que tuviera una mala puesta a punto, a la menor insinuación de la palanca, el monocilíndrico se ponía en funcionamiento… Los más puristas del trail celebraban la sencillez de este tipo de arranque, pero es verdad que el botón mágico del arranque eléctrico era lo más demandado.
La versión E, con arranque eléctrico, llegó en 1990, y se aprovechó para añadir algunas modificaciones en el motor como un pistón más pequeño, encendido electrónico CDI, mejoras en culata y distribución y una caja del filtro del aire más grande… Pero básicamente el motor era muy similar al que llevaba la XT desde sus inicios.
El freno de disco trasero también llegó con la versión de arranque eléctrico, en sustitución del tambor, que cumplía sin más su cometido en combinación con un único disco en la rueda delantera. En cuanto a suspensiones, la Yamaha XT 600 no brillaba especialmente en este apartado, pero sí en cuanto al equilibrio de los elementos que portada. Delante una horquilla convencional se complementaba con un amortiguador trasero y el archiconocido sistema Monocross de Yamaha.
La Yamaha XT 600 no era tan poderosa como la Ténéré para irnos de viaje con ella, mucho menos que la Super Ténéré, pero en la época dorada de ir a Marruecos como el paraíso del trail era una de las motos que más se veían. En carretera su motor se agotaba pronto, más allá de los 120 km/h había serias dificultades para mantener el ritmo. La aleta elevada hacía que el manillar se moviese mucho y la ausencia de protección aerodinámica era más que evidente.
Pero una vez que nos salíamos de la carretera sus virtudes estaban ahí, con un comportamiento off road más que destacado, a lo que se sumaba que su ausencia de plásticos ni de elementos complejos en su carrocería la hacían mucho más manejable; por ende si nos íbamos al suelo no sufríamos en exceso por los daños de la moto, más allá de la posibilidad de doblar una maneta, romper un espejo o arañar unos plásticos.
Yamaha mantuvo la XT 600 hasta 2003, año que se impusieron las primeras normas Euro 2. El uso de carburador de doble cuerpo con sistema YDIS de Yamaha, la hizo incompatible con las normas anticontaminación.
Las sucesoras vendrían un año más tarde con las Yamaha XT 660 R y X, XT 660 Ténéré y las MT 03. Poco o nada tendrían que ver con la sencillez de las longevas XT 600 cuyos dueños se jactaban de haber superado ampliamente la frontera de los 100.000 kilómetros sin tener que haber hecho poco o nada al motor, más allá de los consabidos cambios de aceite. Otra de esas trail con las que sobrevivir al fin del mundo.
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Publicado el 07/07/2023
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