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Gas Gas está en una situación complicada. La marca arrastra una mochila de 40 millones de euros muy difíciles de digerir. La dan por muerta, pero, en los últimos días, varias empresas potenciales se han interesado por la firma tras entrar en concurso de acreedores. ¿Se salvará la única marca española Off-road?
Gas Gas ha recibido, desde que se presentara a concurso de acreedores el pasado lunes, la noticia de que diferentes empresas (varias de ellas del sector de la moto) están interesadas en su compra en el caso de que el juez determinara la liquidación de la marca.
Todas las informaciones que llegan de la situación de Gas Gas son negativas, sin embargo, un concurso de acreedores es la solución menos mala para solventar la situación actual y volver a producir. De hecho, a día de hoy, la firma gerundense cuenta con 1.000 pedidos confirmados y aún no se había presentado las Gas Gas Réplica Factory que equivaldría a 700 motos más para el nuevo curso. Asimismo, la empresa está al día con los salarios de sus trabajadores, distribuye sus motos a 48 países y cuenta con un equipo de competición de trial y enduro que consigue podios carrera tras carrera.
Las acciones de Gas Gas se dividen en tres partes: el 70% pertenece al grupo de inversores israelíes que dirige la compañía, el 20% el anterior director general, Ramón Puente, y el 10% la Generalidad de Cataluña.
El grupo de inversores judío ha presentado esta semana la empresa a concurso. No obstante, en cuanto el juez nombre a los nuevos administradores de la compañía, los inversores perderían la dirección y eso no les interesa. Por eso, están buscando nuevos socios en Israel para que no se llegue a concurso, acción que también salvaría a Gas Gas.
Por otro lado, la opción que más interesa a Gas Gas como marca es el concurso de acreedores. ¿Por qué? El juez puede dictaminar dos tipos de concurso: de continuidad (si el Juez analiza la viabilidad de la empresa en la situación actual) o de liquidación (que haya una quita de deuda en la que el 100% de la deuda bancaria desaparecería y después, que Gas Gas fuera comprada por un tercero). Esto sería lo más interesante por el interés que ha generado el concurso y porque la mayor parte de los acreedores son bancarios. Sería parecido a lo que sucede con los famosos concursos de los clubes de fútbol.
En este sentido, la marca catalana se convertiría en un verdadero caramelo empresarial. Una fábrica sin apenas deuda, salvo lo que se debe a la Seguridad Social y a los proveedores, y que ocupa casi el 50% del mercado del trial.
La cuestión más preocupante es qué pasará con los casi 100 empleados que ahora forman el equipo de Gas Gas. Además, la duración del concurso podría restar interés por nuevos compradores si no se soluciona a corto plazo debido a que no se llegaría a tiempo para comenzar en septiembre la producción 2016. Otro asunto sería la negociación con los antiguos proveedores para volver a suministrar piezas si la actual dirección no pudo hacer frente a la deuda contraída.
En definitiva, todo apunta a una quita de la deuda para limpiar la losa de 40 millones de euros y a una nueva inversión. Por tanto, todo el peso de la balanza entre sobrevivir o morir se sitúa a favor de lo primero. Hay vida después de un concurso de acreedores…
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