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Aunque el grupo KTM/Husqvarna no ha querido presumir mucho de ello, lo cierto es que acude a la próxima edición con una moto que marca un importante cambio en la trayectoria de diseño seguida hasta la fecha por los ingenieros austriacos.
Tocaba renovarse, tocaba abordar una mejora apreciable en diferentes apartados, y tocaba, en definitiva, poder ofrecer al cliente, a partir de 2018, una montura tan «ready to race» como es habitual, pero igualmente «ready» para afrontar años venideros en lo más alto del ranking en cuanto a competitividad.
Comenzando por el grupo motriz, en Austria aseguran no solo haber conseguido una respuesta en alta más contundente, sino también una mayor durabilidad de los órganos internos, así como un funcionamiento del cambio más preciso y suave. Al mismo tiempo, la minuciosa revisión de la electrónica ha traído consigo una respuesta al giro del acelerador más inmediata y una superior capacidad de adaptación del motor al trabajo en condiciones extremas, como, por ejemplo, la elevada altitud.
El chasis es nuevo, como lo son el basculante y la geometría de la suspensión trasera, aportando todo ello una mejora de la tracción y del comportamiento de la suspensión frente a cargas límite. Pero a la vez, y en parte también por la reducción de peso operada en el conjunto, se ha ganado estabilidad a la hora de encarar frenadas violentas y agilidad en los giros.
Finalmente, los pilotos «factory» del bloque blanconaranja disfrutarán de unas nuevas formas del depósito y la caja del filtro, un asiento más blando, una amplia visibilidad, y una aerodinámica más refinada, merced a la cual se disminuyen las turbulencias cuando se conduce sentado.
Parece ser que KTM viene muy preparada y está lista para plantar cara a Honda y su CRF 450.
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Publicado el 02/01/2018
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