Valli Bergamasche Revival: Passione!

Valli Bergamasche Revival: Passione!

Disfruta con el reportaje de una irrepetible carrera que destaca por su calidad, tanto en lo que a pilotos como a motos se refiere.

Facebook
Twitter
Whatsapp
Autor:
Carlos Larreta
Foto:
Carlos Larreta
Publicado el 07/07/2022
Valli Bergamasche Revival: Passione!

La historia arranca un día cuando nuestro buen amigo Daniele Madrigali, uno de los más reputados «team managers» en la escena del enduro de pasadas décadas y por cuyas manos han pasado pilotos de la talla de Paul Edmondson, Tullio Pellegrinelli, Jeff Nilsson, Fausto Scovolo, Giuseppe Gallino, y Paolo Fellegara, entre otros, nos escribe en los siguientes términos: «Carlos, nos gustaría potenciar la presencia de participantes extranjeros en esta edición de la Valli -la décimo octava- y quería saber si podrías montar un equipo español, para que corra como invitado».

Aunque la fecha no parecía la más propicia, dada la coincidencia con una prueba de dos días del Campeonato Catalán de Clásicas, finalmente nuestras gestiones daban su fruto y convencíamos a un entusiasta Álex Llobet para llevárnoslo a Italia.

Posiblemente, Bérgamo sea una de las ciudades del mundo que más apasionados

del enduro alberga por metro cuadrado. No es de extrañar pues que una carrera organizada en su propio corazón, y con un espectacular plantel de motocicletas y gloriosos pilotos de por medio, dispare la pasión hasta límites insospechados.

Valli Bergamasche Revival: Passione!

Peterhansel, ¡con Fantic!

Algo habíamos oído y cuando la primera lista de inscritos cayó en nuestras manos, lo confirmamos: Stéphane Peterhansel, la mega estrella del enduro de los noventa, iba a viajar a Bérgamo, en sus propias palabras, «just for fun» y además, acompañado por su actual mujer Andrea Mayer, igualmente ex-endurista y devota dakariana, que iba a estar en la salida a los mandos de una Yamaha 175.

¿La sorpresa? Pues que Stéphane no iba a lucir, como ha hecho durante prácticamente toda su carrera deportiva, los colores de la marca del diapasón e iba a descargar de su motor home una Fantic 125 Brissoni Réplica para militar en la categoría 125 c.c. años 77 a 81: «Yo soñaba con la Fantic Caballero 80 cuando tenía dieciséis años y bueno, un amigo mío que trabaja en Fantic puso ante mis ojos esta 125 y no pude resistirme. La compré, la preparé a mi gusto, y decidí cumplir un sueño que en el pasado estaba fuera de mi alcance, por mis compromisos con Yamaha: el de sentarme a sus mandos para disputar una carrera. No pensando en los resultados, ni nada por el estilo, sino simplemente en divertirme y descubrir algo nuevo para mí».

¿Más ingredientes de la Valli? Pues, por un lado, la presencia de del cuatro veces ganador de la Gilles Lalay Classic -sí, esa carrera extrema que se inventaron los franceses en 1992 cuando lo que no se había inventado aún era el enduro extremo como especialidad- y también, claro, la anunciada despedida de las carreras del inconmensurable Alessandro Gritti, Campeón de Europa en cuatro ocasiones, quien a sus setenta y cinco años abandonaba la competición activa, pero no por voluntad propia, sino por el simple hecho de que la Federación Italiana no cursa licencias para pilotos de más edad…

La lista de pilotos italianos presentes que en el pasado hicieron brillar el pabellón «azzurro» es abundante y la completa una nutrida representación de participantes llegados de diferentes países centroeuropeos, a los que se suma el veteranísimo australiano Brian Noble, que se ha metido en el cuerpo 14.000 kilómetros solo para vivir la exclusiva magia de este fin de semana: «Hay muy pocas carreras de clásicas en mi país, algún evento de tres días y poco más, de manera que estoy encantado de encontrarme aquí y comprobar lo popular que es esto en Europa. ¡Menudo ambiente!».

Primer susto

El viernes anterior a la prueba ya estamos en Bérgamo y por la tarde, con un calor sofocante, hacemos cola en la oficina de carrera para proceder con las verificaciones administrativas, donde sufrimos nuestro primer tropezón: los papeles de Llobet están en regla, pero nos piden una autorización federativa de la que carecemos y sin la cual no hay posibilidad de correr. Menos mal que una simple llamada basta para que el propio Vicepresidente de la Federación Española nos saque en pocos minutos del apuro -¡gracias!- y se aplaquen los nervios de nuestro piloto, que ya habían sido puestos a prueba días atrás cuando el embrague de su SWM 125 del 78 decidió pasar a mejor vida, obligándole a efectuar una seria reparación de ultimísima hora.

Superado el pequeño, que pudo haber sido grande, contratiempo administrativo, nos desplazamos hasta el cross test emplazado en la vecina población de Selvino, donde abordamos con Álex el obligado ritual de reconocimiento a pie de la especial, que es corta, estrecha, y con subidas y contraperaltes muy técnicos. Para mañana dejamos la visita al cercano enduro test, puesto que la única manera de acceder a él es subiéndose a un ¡telecabina! que a esta hora ya ha cerrado sus puertas al público.

En éxtasis

El sábado es el turno de las verificaciones técnicas, una jornada para deleitarse hasta el éxtasis con el continuo desfile hacia el parque cerrado de las doscientas tres motos inscritas. Ancillotti, Gilera, Puch, SWM, KTM, Yamaha, Zündapp, Morini, Fantic, TGM, Sachs, Gori, Ossa, Husqvarna, Jawa, Honda, Aprilia, Gabor, Villa, Suzuki, MZ, Kramer, BMW, Maico, Cagiva, AIM, Peugeot, Valenti, TM, Hercules, CMK, Penton, BSA… casi cuarenta marcas, entre las que, curiosamente, no figuran ni Montesa ni Bultaco, pero sí un exótico scooter Innocenti Lui que participará encuadrado en la categoría de 50 c.c. 1976.

Nuestro equipo, al que hemos dado en denominar Larreta Racing 64 Enduro Team y que ha repartido las funciones de asistencia -e intendencia- entre Alejandro Ceballos y Kike Cuestas, se afana en sacar brillo y poner los dorsales a la moto, que el propio Llobet preparó a conciencia hace ya un par de años: «Llevo amortiguadores de gas y una horquilla de eje avanzado, con todo el sistema de soporte del freno delantero mecanizado, además de unas tijas Paioli y alzas para el manillar, que es más corto que el de serie y monta puño de gas Domino y manetas japonesas. Hemos sustituido, por otro lado, las estriberas originales por unas de Gas Gas considerablemente más anchas e incorporado una puntera retráctil en el pedal del freno, además de acoplar algunos elementos que aseguran un mejor funcionamiento de la transmisión secundaria. Ha habido que retrasar la posición del depósito, puesto que las barras de la horquilla chocaban con él, y modificado todo el interior del silencioso. En cuanto al motor, la camisa de hierro ha dejado su lugar a una de aluminio, empleándose pistón y biela Wössner y carburador Mikuni de 34 con un filtro más grande. ¡Ah! y recientemente hemos echado mano también de un cambio de cross».

Bajo un sol de rigor los pilotos van haciendo paciente cola frente al parque cerrado y es buen momento para charlar con ellos. Saludamos a un cordial Esquirol, que viene armado con una Honda XR 250 y que nos cuenta: «La moto me la han prestado para la ocasión y lleva un motor de “tres y medio”. La verdad es que estoy centrado en mi trabajo y no me queda mucho tiempo para montar. De hecho, no suelo hacerlo más de una vez al mes, pero mi pasión por las dos ruedas sigue intacta e intentaré correr aquí lo mejor posible». Y de él cabe esperarlo todo, porque, entre otras cosas, hay que recordar que en su época llegó incluso a ganar alguna jornada del Mundial a lomos de una XR 400, que no era precisamente una moto de carreras…

A Peterhansel le vemos más ocupado, atendiendo con paciencia a una nube de admiradores y viejos amigos, pero igualmente nos hace hueco a nosotros para charlar de forma distendida: «En casa tengo motos clásicas, como esta Fantic, pero también dos estupendas Yamaha “dos y medio” modernas. Una cuatro tiempos y una 2T muy bonita, que he preparado con piezas de carbono y una buena suspensión, solo para divertirme. La verdad es que me hacía ilusión venir a Bérgamo, un lugar que sin duda los enduristas consideramos mítico, pero en el que nunca antes se me había presentado la oportunidad de competir».

Especial en lo alto

Una vez que la SWM de Llobet está en el parque cerrado - descansando, por cierto, sobre una estupenda alfombra con sus propios apellidos impresos, gentileza de la organización -, toca visitar el enduro test, previa subida en telecabina al Monte Poieto, enclavado a 1.100 metros de altitud. La especial tiene unas vistas imponentes e incluye un sector de bosque de cierto riesgo, que los organizadores, con buen criterio, han querido minimizar, instalando una serie de chicanes que disminuirán la velocidad de paso de las motos.

Ya de vuelta en Bérgamo, localizamos un segundo cross test cortito y sobre terreno plano, que mañana solo se hará una vez, poco después de tomarse la salida y justo antes de la prueba de aceleración. El cinco veces Campeón de España de Enduro vuelve a desplegar su extraordinaria capacidad para memorizar especiales y mientras recorremos ésta no parará de gesticular y dibujar en el aire las trazadas que considera idóneas con continuos movimientos de sus brazos.

Emociones

El gran día. Sol, calor, mucho público en la salida, y todo en orden para nuestro piloto, que sale en dirección a la primera especial. Retomamos contacto con él en la aceleración, donde el resultado pone de manifiesto que su moto no es desde luego la más potente de la categoría, y partimos por una sinuosa carretera de montaña, al igual que los participantes, hacia los dos restantes tests, donde vivimos momentos verdaderamente emotivos.

Primero, al volver a ver en acción después de tanto tiempo, a un Stéphane Peterhansel de quien recordábamos con nitidez sus primeras e históricas victorias en los ISDE a finales de los ochenta, que ayudaron a cimentar su leyenda como indiscutible Rey del enduro. Más de treinta años después, nada parece haber cambiado: finísimo sobre la moto, elegante, técnico, siempre con el cuerpo en la posición idónea…de manual, vaya.

Pero no menos nos impresiona el paso de Alessandro Gritti, él, con una energía y destreza propias de un chaval de veinte años, y su Morini 160, con un sonido inconfundible. O el de su hijo Giovanni que, al más puro estilo Herbert Scheck, brinda una formidable demostración de cómo se hace enduro con una BMW 900 bicilíndrica, también deliciosamente ruidosa. En el extremo opuesto, las pequeñas Ancillotti, Gilera, Fantic, Puch, SWM… que corren repartidas en las dos categorías de 50 existentes, ponen la nota alegre y exigen a sus pilotos una conducción extraordinariamente precisa y técnica, sin la cual se hace inviable sacarle buen partido a la escasa caballería disponible.

Con tiempo para el jamón

A todo esto, nuestro equipo coteja resultados una y otra vez, porque, como bien señala Llobet, no hemos venido de excursión, sino para intentar llevarnos un trofeo a casa y la pelea, con Peterhansel marcando el ritmo en 125 c.c. 77/81, se promete dura. El francés parece fuera de alcance y acabará anotándose todas las especiales pero, frente a Maurizio Cecconi, Álex hace lo imposible por salvar la segunda posición… Hasta que la falta de apoyo en curva que le origina un problema de horquilla le lleva al suelo en un par de ocasiones, debiéndose conformar finalmente con ser tercero.

Bueno, los controles resultan muy holgados y, aprovechando una de sus paradas para repostar, el team le quita el disgusto sirviéndole un buen aperitivo, que por eso ha viajado desde España con un jamón en la maleta del coche. «El rallye -explica el piloto al tiempo que recupera fuerzas- es corto, pero precioso. Aquí cerca hay un sendero de bosque con mucha piedra y raíces, y también con un sector en el que baja el agua, que patina un montón. Son unos veinte minutos de una belleza increíble. Luego, para descender desde Monte Poieto nos han obligado a hacer un tramo despacio y con el motor parado, porque había mucha gente caminando. En cuanto a las especiales, creo que han acertado diseñándolas cortas, por la propia supervivencia de las motos, y a mí la que más me ha gustado ha sido el segundo cross test, sin duda, muy técnico».

Cerveza y podio

La entrega de premios tiene lugar junto al parque cerrado y enfrente de un chiringuito donde tienen buena cerveza y donde respiramos un absoluto ambiente de cordialidad. El Dios Gritti se va a despedir de las carreras a lo grande, puesto que ha conquistado la segunda posición en Superiores a 125 4T / 76: «Una inmejorable despedida, porque ha sido una carrera estupenda, sobre todo, por la cantidad de público que ha venido a verla… y porque mi moto no ha dado el menor problema».

Estoy confesándole mi admiración personal al Maestro cuando Esquriol pone una cerveza en mi mano y acabamos haciéndonos una divertida foto los tres. Cyril se ha llevado la clase Open Superiores a 125 / 82-86, además de firmar el segundo scratch, a espaldas de «Peter» y por delante de Gritti Jr., a su vez ganador en Superiores a 350 / 77-81, así que no le faltan motivos para la celebración.

Y a la fiesta se suma hasta el mismísimo Franco Acerbis. Sí, el bravo empresario bergamasco fundador de la marca que lleva su nombre y que no tarda en coger a Peterhansel de la mano para llevárselo tras el mostrador donde se sirve la cerveza y posar en su compañía ante nuestra cámara. Momento que, por cierto, interrumpe una llamada de los organizadores, ya con la ceremonia de entrega de premios a punto y en la que la familia Peterhansel va a tener doble presencia, puesto que Andrea ha ganado la categoría reservada a las mujeres.

De Stéphane nos despedimos rememorando los viejos tiempos - tal vez los más jóvenes desconozcáis que fue dos veces Campeón del Mundo de Enduro -: «En el 97 me hallaba en lo más alto como piloto del Dakar, pero me dije a mí mismo que quería conseguir al menos un Mundial de Enduro, así que por fin hice una temporada completa, luché con Giovanni Sala hasta la última crono y conseguí mi objetivo, aunque no resultó sencillo, porque no puedes hacerlo todo a la vez y mi principal objetivo seguía siendo el Dakar. En fin, me considero muy afortunado por haber tenido una vida deportiva tan larga, pero debo reconocer que, ante todo, sigo siendo un enamorado del enduro. Ésa es mi verdadera pasión, aunque ahora mismo no me sobre demasiado tiempo para practicarlo, porque, particularmente, en los dos últimos años, he tenido un programa de trabajo con Audi apretadísimo».

Regresamos pues a casa más que satisfechos. Tanto por haber podido disfrutar de este apasionante reencuentro con el pasado y las viejas glorias del enduro, como por el hecho de que nuestro compañero de aventuras Álex Llobet haya conseguido terminar en el podio. ¡Arrivederci!

Relacionados