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Pero te invito a leer hasta el final, porque este editorial no está en contra del Enduro Extremo, sino a favor del enduro, sin apellidos…
¿Y por qué no me gusta? Por varios motivos que os voy a detallar:
Primero: El enduro siempre ha sido un deporte de practicantes, no de espectadores. Eso ha sido siempre su principal ventaja, como deporte, y su principal inconveniente, como espectáculo. Está claro que el motocross, sin salir de las motos off road, es más espectacular y mucho más fácil de retransmitir por TV… Muchos de los “nuevos enduros”, como el Indoor y el Extremo entre otros, vienen a paliar este problema…
Segundo: El enduro de toda la vida era un deporte para disfrutar de largos recorridos por campo. Una de las cosas que más me gustó cuando participé en el Campeonato de España de Enduro fueron los parajes que descubrí. El Enduro Extremo supone “encerrar” a los endureros en una especie de “reserva india”. Más sencillo para el organizador, pero se pierde la esencia del enduro.
Tercero: Para hacer trial ya hay motos específicas. Empeñarse en hacer trial con motos de enduro me parece una “chorrada”, dicho sea desde el respeto. Antes de que el trial se convirtiese en verdaderos ejercicios malabares-circenses solo al alcance de muy pocos -este será motivo de otro editorial y explica el éxito de los triales de “clásicas”- sus zonas se parecían mucho a la de los enduros “Extremos”.
Cuarto: Cuando disputé el Nacional coincidí con el auge de las especiales “extremas”. Debo confesar que, más por estatura y piernas que por habilidad, no se me daban mal. Pero las odiaba, odiaba esas especiales artificiales, a base de troncos, ruedas de tractor y contenedores del revés. Muchas veces se montaban en la plaza del pueblo para que los “paisanos” vieran despanzurrarse, con gran algarabía y jolgorio, a los motoristas. Los “locales radicales” las entrenaban con tiempo, he llegado a ver flechas e incluso pequeñas rampas puestas por los locales en sus entrenamientos… Nunca me gustaron las extremas.
Y dicho esto, ¿creéis que estoy en contra del Enduro Extremo? ¡Para nada! Desde luego no me gusta, pero creo que cualquier forma de usar nuestras motos de enduro legalmente, de dar posibilidades a las marcas para mostrar sus productos y ofrecer nuevas posibilidades a sus pilotos, es bienvenida.
Eso sí, ¡por favor! que esta nueva modalidad no acabe con el enduro tradicional. Los mayores aficionados que conozco al Enduro Extremo no tienen moto de enduro. Y los mayores “haters” del Enduro Extremo son personas que salen a montar cada fin de semana… Ahí lo dejo.
Soy un motero atípico. De pequeño me preguntaban si quería más a mi madre o a mi padre y ahora si me gustan más los coches o las motos. No lo sé, pero me gustan mucho. De hecho llevo casi ¡40 años! en esto del periodismo del motor… y no me aburro.
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