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¡Al carajo!

Perdón, parroquia: hoy vengo venenoso. Si hay un momento en el que Marc Márquez necesita apoyo incondicional, es este.

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Redaccion Moto1pro
Diego Lacave
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MotoGP
Fecha16/05/2021
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fecha16/05/2021


El Gran premio de Francia podía ser una carrera en seco, agua; o una locura total. Para fortuna del más “loco” de la parrilla (a la sazón, Jack Miller) fue esto último.

Le Mans en esta época del año es así; y yo lo he vivido aún peor. Pero un mundial de MotoGP tiene estas citas clave, en las que hacer lo que tienes que hacer depende de un hilo dentro de la cabeza de los pilotos.

Después de la carrera, Marc Márquez ha hecho una autocrítica razonable, inteligente; porque el problema que tiene con su “paquete” (motor, electrónica, parte ciclo y neumáticos) no lo va a solucionar contándoselo a la prensa.

Ese problema, ahora, es también una consecuencia: la lucha por el título en 2021 se está yendo “al carajo” irremediablemente. Y Marc no ha vuelto a MotoGP a competir, sino a ganar. Pero le va a costar mucho.

Lo primero que ha certificado Marc Márquez en el inicio de la carrera en seco es que ya nadie le tiene miedo, al revés: todos quieren dar el hachazo al tío de la moto naranja que les machacaba en la pista hasta que llegó 2020.

Después, el cambio de moto, impecable; y la bendición de verse a sí mismo delante de nuevo. Y el primer palo, “por orejas” y en un giro lentísimo, abriendo gas. Inesperado, traicionero. Tristemente conocido.

Marc hace bien eligiendo no hablar mal de su moto, como hacen otros pilotos; pero a mí no me entra en la cabeza esa primera caída como un error de pilotaje de alguien de su nivel. Y menos viendo a otros forzar sin problemas con Ducati o Yamaha.

La segunda sí puede catalogarse de error del piloto, pero con matices: Márquez ve que se ha pasado del límite, de acuerdo; pero también sabe que la confianza en su Honda ha desaparecido casi por completo después de este fin de semana. El gesto de Marc lo dice todo, así lo he titulado; y perdón, pero: ¡al carajo!

Él tiene la expresión adecuada: “la moto aún me lleva a mí”. Y un recordatorio: “Llevo casi un año sin actividad. Es mucho tiempo sin competir. Echo de menos esta falta de carreras”.

Yo me quedo con esto último, porque sigo pensando en su cabeza, la que necesita la ración de confianza que este domingo ha perdido con la moto que tiene que pilotar. Esa cabeza sigue sufriendo más que ninguna otra parte de su cuerpo.

Y por eso Marc Márquez necesita el apoyo incondicional al que me refiero más arriba. No solamente el de los aficionados. Necesita el de los ingenieros de HRC que no están acostumbrados a escuchar a los pilotos.

El drama, para un ganador nato que vio truncada su racha de una manera tan inesperada en 2020, reside en saber, claramente, que le queda mucha “travesía del desierto” por recorrer en MotoGP. O sea: que en 2021, tampoco.