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Opinión
Y la seguridad vial, sin ir más lejos, tampoco es una excepción. Como prueba el hecho de que
quien ha sido, con diferencia, el peor Director General de Tráfico de nuestra democracia -y no es un puesto en el que, salvo un par de excepciones, ha abundado la brillantez- haya conseguido no sólo quedar por lo contrario sino volver de nuevo a la poltrona cuando debía estar ya gozando de su jubilación en Benidorm.
Y esto viene a cuento porque hace unos días publiqué en nuestra web un resumen del informe AEA sobre la seguridad de nuestras carreteras (http://www.moto1pro.com/actualidad/estas-son-las-10-carreteras-mas-pelig...) cuya conclusión era demoledoras: el indice de peligrosidad de nuestra red viaria principal ha aumentado considerablemente en los últimos 5 años debido al mal estado de las infraestructuras y el recorte en su mantenimiento durante los años de la crisis.
Ciertamente no ignoro que no es a la DGT a quien corresponde responder por el estado de las carreteras sino a Fomento o a las correspondientes administraciones autonómicas... pero no deja de sorprenderme que Pere Navarro -de natural tan locuaz, tan dicharachero y tan amigo de los micrófonos- no haya comentado nada al respecto y haya pasado, con una gracilidad digna del primer bailarín del Bolshoi, de puntillas por el tema.
Ni media palabra, oigan.
Él a lo suyo... a hacerse sus fotos con sus radares y sus helicópteros...
La verdad es que tampoco me extraña.
Pere Navarro es uno de los mayores cínicos que haya pisado el despacho de la calle Josefa Valcarcel. Un tipo que fuera de micros te manifestaba su animadversión personal por las motos pero que, después, se paseaba por los salones presentándose como el paladín de las dos ruedas.
Y ya he contado en alguna ocasión como logró reducir a su interés las cifras de accidentabilidad contabilizando torticeramente las estadísticas.
En su esplendor -ahora está más apagadote. Debe ser cosa de la edad- me tocó debatir en numerosas ocasiones en programas de radio con él. Para apoyar sus tesis recurría cuando lo necesitaba a los ejemplos de otros países -cosa perfectamente lícita-... pero cuando yo hacía lo mismo para contradecirlas ¡me decía sin el menor rubor que no servían porque eran otro contexto y otra cultura!
Se me abrieron las carnes en una ocasión en la que, hablando del uso de la moto en España... ¡¡¡lo comparó con Suecia!!! ¡¡¡Suecia!!! ¡¡¡Con 8 meses al año de invierno!!!
A mi me hubiera gustado que -conociendo al personaje tampoco lo esperaba, la verdad- una rueda de prensa o algún “canutazo” en cualquier acto para “apretar” sobre el estado de las carreteras y explicarle a quien fuera conveniente que mantener las infraestructuras en buen estado también salva vidas.
Nada. Silencio. Vacío.
Tampoco vamos a perder el tiempo en estas nimiedades ¿verdad Sr. Navarro?
Con Navarro, en definitiva, han vuelto los límites de velocidad como único argumento. Una solución que cada vez más países europeos se cuestionan -de hecho, varios se están planteando incluso subirlos por autopista- pero que el responsable de la DGT ha convertido en su único “modus actuandi”.
Con Navarro ha vuelto la mediocridad.
La mediocridad vial.
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