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Opinión

Moto se escribe con M de mujer.

Gonzalo de Martorell
14/11/2018
Hace unos días tuve la oportunidad de compartir unos momentos de agradable charla con Ana Carrasco, nuestra flamante Campeona del Mundo. La conversación derivó, inevitablemente, hacia el sexismo y el papel que las dos ruedas deberían reservar a la mujer.

Ana reivindicaba su derecho a ser tratada solamente como una “piloto de carreras” y no como una “mujer piloto de carreras” pero, al mismo tiempo y con sinceridad, reconocía su papel de pionera mediática y lucía una divertida camiseta con el slogan “Ride like a girl”.
Lo curioso es que -apenas unas semanas antes- había mantenido una charla similar con el máximo responsable de una de las marcas más importantes, el cual me insistía en que buena parte del futuro del sector pasaba por atraer a más mujeres al mundo de la moto... pero que no sabían cómo conseguirlo.

En realidad es ésta una vocación recurrente desde hace mucho tiempo de los fabricantes... y que conlleva un reto extraordinariamente delicado de tratar. Las mujeres que van en moto reivindican, con toda legitimidad  y exactamente igual que lo hace Ana Carrasco, su derecho a ser vistas simplemente como motoristas y no como “mujeres motoristas”. Además, la experiencia nos dice que siempre que las marcas han desarrollado modelos o decoraciones específicamente “para mujeres” han resultado un fiasco absoluto. Ni a todas les gustan los colores pastel ni les apetece ser tratadas como una “Barbie motera”.
Sin embargo resulta también incuestionable, si nos atenemos a las frías estadísticas de ventas y modelos, que sus gustos y demandas las califican como un “nicho” específico de mercado.
¿Cómo llegar entonces a ese “nicho” sin caer en el estereotipo sexista?
La paradoja es que, con certeza, la única manera de lograr una respuesta sea escuchar a las propias usuarias... pero para ello ha de haber más. Según datos proporcionados por ANESDOR, las féminas representan el 8% del total de conductores de vehículos de dos ruedas de cualquier tipo o cilindrada.
Todavía demasiado poco para marcar tendencia en el sector.

Cuando se organizan concentraciones “para mujeres moteras”, rutas o actividades “para mujeres moteras” o medios de comunicación especializados “para mujeres moteras” ¿se las reivindica o se las sigue condenando a un rol de comparsa dentro de la comunidad?
Es una duda que he tenido más de una vez a lo largo de mi carrera profesional cuando algún editor me ha reclamado, por ejemplo, espacios diferenciados para las chicas en las publicaciones que he tenido el privilegio de dirigir.
Siempre me negué. Esencialmente porque, desde mi punto de vista, hombres y mujeres eran siempre únicamente “motoristas” que se mojaban igual cuando llovía, pasaban el mismo frío o se jugaban el tipo en el asfalto exactamente igual.
Nunca he distinguido entre unos y otras del mismo modo que no lo hago entre taxistas hombres y mujeres o abogados hombres y mujeres o policías hombres o mujeres.
Pero confieso que la charla con Ana me ha hecho preguntarme si -pese a mi buena intención- me he estado equivocando todo este tiempo y lo que he hecho en realidad ha sido invisibilizar a las mujeres motoristas obligándolas a disolverse en la abrumadora mayoría masculina del colectivo.

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Siempre periodista y siempre motero. Y a ambas cosas me dedico desde hace casi 30 años. También viajo, hago radio, me defiendo con la cámara de fotos, soy un apasionado del RCD Espanyol... y tengo un gato que se llama Palpatine.

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