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Hoy hablamos de futuro, pero centrándonos en las MOTOS con mayúsculas, las de 500 cm3 para arriba. Esas que no usamos por practicidad, sino por pasión y disfrute. Analizamos cuándo llegarán las motos eléctricas, híbridas y autónomas a este segmento.
Sobre el papel, las motos eléctricas ofrecen una aceleración y un par motor instantáneo, increíbles. Sin embargo, chocan con dos problemas. El primero es subjetivo, el "Factor Pasión": a muchos moteros nos gusta el sonido, la vibración y la sensación de reducir marchas.
Pero el segundo problema es objetivo y real: el trilema imposible de Peso, Autonomía y Precio. Si quieres mucha autonomía, necesitas una batería enorme. Si la batería es enorme, el peso y el precio se disparan.
El mejor ejemplo es la Harley-Davidson LiveWire. Siendo un misil en prestaciones, su lanzamiento fue un batacazo comercial: más de 30.000 euros, 250 kilos de peso y una autonomía real en carretera de apenas 150-170 km. Esto genera ansiedad por el enchufe, no diversión. Marcas especializadas como Zero o Energica, aunque punteras, sufren el mismo mal: pesos excesivos y autonomías que bajan en picado en autovía.
Veredicto: Para motos grandes de disfrute, las eléctricas no llegarán hasta que haya una revolución en las baterías (quizás de estado sólido), algo para lo que faltan, como mínimo, 5 o 10 años.
Si la eléctrica pura no funciona, ¿por qué no una híbrida? Kawasaki se ha atrevido con las Ninja 7 y Z 7 Hybrid: un motor de gasolina de 451 cm3 y un motor eléctrico.
Analizándolo con mentalidad de motero de fin de semana, encontramos tres problemas. Primero, la complejidad y el peso: la Ninja 7 Hybrid pesa 227 kilos, 34 kg más que una Ninja 650. Segundo, el precio: toda esa tecnología es cara para una moto de 500 cm3. Y tercero, el más importante: ¿Para qué? El beneficio del modo 100% eléctrico solo tiene sentido en ciudad. Cuando sales a una carretera de curvas, ese modo es inútil, y solo estás cargando con el peso muerto del sistema híbrido.
Veredicto: La Kawasaki es un alarde técnico, pero comercialmente lo tiene muy difícil en el segmento de ocio. Es cara, pesada y su ventaja principal no se usa en un escenario de disfrute.
Llegamos al concepto más absurdo: la moto autónoma. ¿Por qué montamos en moto? Por el control, el equilibrio, la sensación de tumbar. Montamos, precisamente, para conducir. Un vehículo de dos ruedas que te lleva solo es la "anti-moto".
Técnicamente, aunque BMW mostró una GS que andaba sola, era una plataforma de pruebas para sistemas de seguridad, no un producto. Lo que sí veremos son más ayudas a la conducción (ARAS), como el control de crucero adaptativo o el aviso de ángulo muerto, pero no una moto que conduzca por ti.
Veredicto: No va a pasar. Jamás en motos de carretera.
El futuro que nos venden, de silencio y baterías, está pensado para la movilidad urbana. Pero la pasión y el disfrute en carretera, en motos de más de 500 cm3, seguirán oliendo a gasolina y sonando a un buen escape durante mucho tiempo.
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