Sistemas de ayuda a la conducción: el difícil equilibrio entre seguridad y precio

La automoción vive un momento histórico con la confluencia de varias tendencias disruptivas: la digitalización, la electrificación y la conducción autónoma. Los coches actuales se desarrollan bajo la premisa software-defined-vehicle (vehículo definido por software). En la práctica los vehículos se están convirtiendo en ordenadores con ruedas.

La tecnología actual ha dado lugar a lo que se llama ADAS (Advanced Driver-Assistance Systems – Sistemas avanzados de asistencia al conductor). Una tecnología que redunda en la seguridad, por ello la UE promueve su uso, también en las motos. Lo que significa que cada vez más ayudas son obligatorias, y el ABS es un buen ejemplo pues desde hace años no se pueden vender motos sin él (salvo 125).

Estas son algunas de las funciones ADAS consideradas por la Unión Europea:

• Control de tracción y ABS en curva: el primero se ha popularizado bastante, en lo que respecta a poder frenar con la moto inclinada supone un aumento de la seguridad importante.
• Frenada de emergencia automática: radares o cámaras detectan una posible colisión y aplican los frenos para prevenir el impacto.
• Control de crucero adaptativo: permite mantener de manera automática la distancia con el vehículo que va delante.
• Aviso de ángulo muerto: se alerta al motorista cuando hay un vehículo en la zona de ángulo ciego.
• Advertencia de colisión frontal: previene al usuario, pero no aplica los frenos de forma automática.

La Comunidad Europea apunta a que los motoristas suponen el 15,5% de los fallecimientos en las vías públicas, pese a que solo representan el 2,4% del total de los usuarios de vehículos. Tenemso el ejemplo del ABS obligatorio en las motos de más de 125 cc desde 2016, y según diferentes estudios parece que esta medida ha disminuido los accidentes graves entre un 30 y un 40%.

Los fabricantes y asociaciones de motoristas no niegan en la importancia de la tecnología para reducir las muertes en moto, un grave problema que hay que atacar de raíz. Ello no quita que las funciones ADAS traigan como efecto colateral el aumento del precio de las motos, especialmente en los modelos más económicos, que son los a los que pueden acceder las personas con menos recursos financieros. Además, la implementación de algunos de estos sistemas es más difícil en una moto que un coche, porque un vehículo de dos ruedas se inclina, se hunde de delante, se levanta de detrás… Otro punto negativo es que en una moto hay menos espacio físico donde montar estos sistemas que, por otro lado, suelen acarrear un aumento de peso.

Bienvenido sea todo esfuerzo que ayude a prevenir una fatalidad en el uso de la moto, pero se debería encontrar el equilibrio adecuado entre seguridad y coste. ¿Convendría comercializar un modelo que implemente toda la tecnología ADAS pero cuyo precio lo haga prohibitivo para muchos aficionados? Parafraseando a Aristóteles: la virtud consiste en el justo medio.