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El genio de Luisiana es la única persona en la historia del motociclismo que, en el mismo año (1985), ganó los Mundiales de 250 y 500 cc.
Fast Freddie Spencer es uno de los pilotos más grandes y complejos de la historia del motociclismo. King Kenny Roberts decía todo lo que se le pasaba por la cabeza, mientras que Freddie pensaba mucho antes de abrir la boca… No podía haber dos pilotos más dispares pero unidos por la misma ambición de la victoria. En 1983 nos regalaron una de las mejores temporadas de la historia del Mundial. Vamos a callarnos para que sea el enigmático piloto de Luisiana quien tome la palabra…
“Lo que hacíamos tenía que estar calculado al milímetro. Al mismo tiempo, pilotamos por sensaciones. Mike Baldwin se lesionó en junio de 1979, cuando yo estaba ganando en Estados Unidos en el AMA 250. El team manager de Kawasaki me ofreció correr con ellos las siguientes carreras y quizá todo el resto de la temporada. Mi respuesta fue positiva. Gané las dos carreras con la Kawasaki. Me ofrecieron un contrato muy ventajoso para 1980. En esa época Kork Ballington ganaba los Mundiales de 250 y 350 con la marca. Estaba lavando mi coche, un Pontiac TransAm de 1979 cuando me llamó Honda y enseguida dije que sí, después de llevar semanas dándole largas a Kawasaki, no sé muy bien por qué”.
“La idea que había detrás del proyecto era la independencia. La independencia significaba lo que hoy es HRC, una entidad que no depende de los vaivenes del mercado. Me acuerdo de que llevé al técnico japonés que fundó HRC a ver la fábrica de General Motors y me dijo: ‘No puedes ver al mismo tiempo el principio y el final de la cadena de producción, es demasiado complejo’. Esa persona tenía la capacidad de analizarlo todo”.
“No te das cuenta del peralte (33 grados) hasta que tienes la oportunidad de acercarte y subirlo a pie. Si aprendes a sacarle partido al peralte, tendrás una gran ventaja. Da miedo pero a mí no me lo daba porque estaba acostumbrado a ello desde que era un niño. Los europeos lo veían de otra manera…”.
“Hacía años que seguía a Kenny (Roberts), su estilo y su manera de hacer las cosas. Lo bonito fue que teníamos motos diferentes, trazadas diferentes… en lo único que nos parecíamos era en la intensidad, las ganas de ganar. Él estaba al final de su carrera deportiva, mientras que yo no solo quería ganar el Mundial sino ser el campeón más joven de la historia. Nuestras personalidades eran completamente diferentes”.
“Esa fue nuestra primera pelea de verdad. Kenny venía a mi motorhome y hablábamos pero a medida que progresó la temporada aquello cambió. Siempre he sido el más joven en los campeonatos donde corría, recuerdo que venían chicos mayores que me decían: ‘si me ganas te voy a dar un puñetazo’. Eso me hizo más fuerte, los pulsos mentales con Kenny lo único que hacían era fortalecerme”.
“La prueba sueca fue justo antes de Imola, en el circuito italiano por fin logré el título. En Suecia tuvimos el incidente al final de la recta de atrás. Había un hueco y me metí. Después de aquello él estuvo cabreado durante mucho tiempo creo que porque sabía que allí había perdido el título. Yo entendía el que estuviese cabreado”.
“Muchos pilotos quieren batir al rival pero para mí esa nunca ha sido una motivación, más bien al contrario. No me gustaba cuando mi rival quedaba defraudado. Estoy convencido de que el destino de Kenny y mío era enfrentarnos en la pista en 1983”.
“Lo que no sabe mucha gente es que en 1983, en tres ocasiones después de ganar la carrera y subir al podio. Antes de subir la moto al camión los mecánicos la ponían en marcha para comprobar que todo estaba bien. Pues bien, en tres ocasiones no se puso en marcha y comprobaron que se había gripado. Tenía que exprimir la tricilíndrica para plantarle cara la Yamaha de cuatro cilindros. Así que se puede decir que 1983 estaba destinado a ser mi año”.
“En 1983 tuve que desarrollar la 250, la 500 y los neumáticos de ambas. Había días en los que daba 200 vueltas y me bajaba con las manos ensangrentadas. Acababa exhausto y ese agotamiento fue el que, pienso, terminó a la larga con mi carrera como piloto”.
“Crecí en el sur de Estados Unidos, un lugar muy religioso y conservador, donde había una iglesia en cada esquina. Pero mis padres no iban a misa y yo tampoco. Lo que sí sentía era una espiritualidad especial subido a la moto. Estaba convencido que mi destino en la vida era pilotar aquella moto. La espiritualidad es lo que nos permite conectar con los demás”.
En la actualidad Spencer continúa ligado al motociclismo en su capacidad de de Chairman (jefe) del Stewards Panel de MotoGP. Junto con unos representantes de la FIM y del IRTA se ocupa de sancionar las infracciones que se producen en las carreras, y seguro que le duele cada vez que debe penalizar a un piloto.
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Tras estudiar periodismo e inglés, en los 80 me publicaron una entrevista con Kenny Roberts y desde entonces estoy en este mundo. Dispuesto a aprender hasta la caída de la bandera ajedrezada.