La mejor carrera de un domingo cualquiera

Sin duda, estás pensando en Assen. No te culpo; fue una bendita locura. Y un triplete español en el podio, si te obsesionan los triunfos patrios. En aquella carrera, el ganador de este domingo acabó séptimo; y el tercero entonces (Maverick Viñales) ha sido duodécimo, hoy. Y Valentino Rossi hizo quinto en Holanda y sexto en Austria; pero en esta ocasión su mérito es enorme teniendo en cuenta el fondo de la parrilla donde salía y la situación de Yamaha.

Pero todo esto es lo de menos. La carrera del Red Bull Ring supera a la de Assen en algo importante: la exhibición del talento por parte de los mejores en un deporte llamado Motociclismo. Holanda fue un canto al espectáculo puro y duro, un regalo al “show-bussines” que alimenta MotoGP como pasa con cualquier especialidad deportiva de dimensión planetaria. Pero Austria nos ha enseñado una de las verdades que esconde una estadística demoledora: los mejores siempre están; y sobre todo, siempre vuelven.

El GP de Austria ha sido el mejor de este año por otra razón importante: nos ha enseñado lo bien que nos lo vamos a pasar, en 2019. Falta que Yamaha despierte de su letargo, que lo hará, sin duda, el año que viene gracias a la nueva normativa que limitará las ventajas que encontraron Ducati y Honda a la hora de trabajar la IMU. Pero lo que ha quedado ya meridiano este domingo de carreras es que la pugna Lorenzo-Márquez ha llegado para quedarse y que su eclosión final en el garaje de HRC será uno de los alicientes de MotoGP en el futuro. Quedará pendiente que esta rivalidad siga siendo así de sana (abrazos de corralito incluidos) no sólo en 2019, sino lo que queda de año. Jorge Lorenzo ya está tercero de la general, que sigue muy controlada por Marc Márquez; pero  su rendimiento de segundas partes de temporada avisan al de Cervera, que ya lo dijo un día ya casi lejano: “habrá que pararlo como sea”.