
Prueba Triumph Bonneville T100 2017


ASPECTOS POSITIVOS
ASPECTOS NEGATIVOS
Triumph nos presenta la Bonneville T100 2017, una moto renovada que se convierte en la nueva puerta de acceso a una gama con mucha historia. Nos tenemos que remontar casi 60 años en el tiempo para conocer el origen de una de las gamas de más éxito de la marca de Hinckley.
El Capitán Louis de Bonneville, quien dio nombre al famoso desierto salado del Estado de Utah, en Estados Unidos, no se podía hacer una idea de hasta qué punto se hablaría de este lugar durante el último siglo. A principios del siglo XX, se convirtió en una zona de explotación minera, aunque una superficie tan llana y extensa no pudo evitar las miradas de la industria de la automoción.
En 1914, la empresa Motor Age Magazine consideraba este lago salado una “mesa de billar”, por lo que veía un futuro aún más interesante para las competiciones que el de las pistas de arena de Daytona, donde se realizaban hasta entonces. Esto fue solo el inicio de una larga historia en la que pilotos de todos los rincones de Estados Unidos acudían a Bonneville, ya en los años 30, para realizar carreras de resistencia o intentar batir récords de velocidad, tanto en coche como en moto.
Durante los años 50, la carrera por el récord de velocidad en el lago de Bonneville alcanzaba su máximo esplendor. Los pilotos luchaban contra ellos mismos por batir sus propios récords, como Johnny Allen, que “voló” a 345 kilómetros por hora en 1956 con un motor Triumph de 649 cc., batiendo el récord de la milla, aunque nunca fue reconocido por la FIM. Es en esta época en la que las Triumph bicilindricas de doble carburador serían bautizadas con el nombre del lago salado, dando lugar a su más legendario modelo, la Triumph Bonneville, protagonista de nuestra prueba.
T100, la puerta de entrada a la gama Bonneville
La Bonneville se puede considerar una gran familia, con mucha historia y una fama que le precede, ya desde hace casi 60 años. Tras la reaparición de la gama Bonneville en el año 2000, Triumph nos presenta hoy una moto que representa la puerta de acceso a esta gama, la Bonneville T100, una moto clásica que te remonta a las clásicas de los años 50, pero con unas prestaciones propias de una moto moderna. Con el nuevo motor Euro4 de 900 cc, la T100 ofrece una potencia de 55 CV (un 18% más que la versión anterior) a 5.900 rpm y un gran par a bajas vueltas de 80 Nm a 3.230 rpm que, sumado a sonido ronco del bicilíndrico en paralelo, conseguirá que disfrutes de la conducción desde el mismo momento que te subas a ella. Además, con sus 213 kg en seco, se convierte en el modelo más ligero de la gama Bonneville, lo que facilita aún más su conducción.

Diseño de un icono
Si por algo destaca la Bonneville T100 es por sus detalles en los acabados y su diseño, fiel a las líneas clásicas de los años 50. Los acabados cromados, el depósito curvo en colores bitono, las llantas de radios, los escapes bajos tipo "peashooter", los retrovisores redondos, el fuelle de la horquilla delantera, el asiento plano y mullido, el logo atornillado al depósito o el propio tapón son solo alguno de los detalles característicos de la T100.
El nuevo diseño del chasis, un asiento con espuma más densa que lo hace más cómodo y las suspensiones con mayor recorrido específicas de la T100, ofrecen al usuario una conducción más suave y más agradable. La refrigeración líquida ofrece en la T100 un consumo de un 29% menos que las versiones refrigeradas por aire, que sumado a los 14 litros de depósito, te permitirá disfrutar de su conducción sin preocuparte en execeso por su autonomía.
Clásica a la última
Que no te engañe, la Bonneville T100 ofrece mucho más de lo que parece a simple vista. A pesar de sus líneas clásicas, la tecnología que incluye esta moto está a la altura de cualquier moto moderna, con sistema de frenada ABS, control de tracción (desconectable), acelerador electrónico y embrague asistido. Todo ello funciona en conjunto para ofrecer un plus de seguridad y confort a la conducción.
El cuadro de instrumentos, con un look clásico con doble esfera, incorpora toda la información que necesitas saber sobre la moto, como el velocímetro y tacómetro analógicos que combinan con un menú digital accesible desde un único botón en la piña izquierda con información como marcha engranada, reloj, autonomía, cuentakilómetros, nivel de gasolina, consumo medio e instantáneo o desconexión del control de tracción.
El placer conducir
Al arrancar, el sonido es agradable. Al ralentí apenas vibra. Con el primer golpe de gas ya se hace notar, un sonido grave y ronco a la vez que dulce. Nos ponemos en marcha para dirigirnos a la Sierra de Madrid, una zona con muchas curvas, en contraste con el desierto para el que fueron diseñadas, pero tranquilos, la T100 se desenvuelve de maravilla tanto en línea recta como en curvas reviradas. La posición de conducción es cómoda, natural, favorecida por un asiento blando y plano, un manillar ancho y unas estriberas ligeramente adelantadas. El tacto del embrague es muy agradable, sin apenas tener que hacer esfuerzo para apretar la maneta. También lo es el acelerador, facilitando en conjunto la salida desde parado y los cambios de marcha ¡Qué suavidad!
El ronroneo del motor y el tacto de las suspensiones, ahora con 120 mm de recorrido, te incitan a llevar una conducción tranquila, algo que, sin desmerecerlo, agradece el apartado de frenos, que con un solo disco delantero de 310 mm y una pinza flotante Nissin de dos pistones, es capaz de frenar la moto sin problemas en una conducción normal, pero se ve algo limitada si aumentamos el ritmo.
Durante la prueba, pudimos comprobar que la electrónica funciona a la perfección. La carretera no estaba en las mejores condiciones, consecuencias de realizar una prueba en la sierra en pleno diciembre. Algunas curvas estaban mojadas, otras con sal e incluso algunas con alguna placa de hielo. A pesar de ello, la moto se comportó de maravilla. El ABS solo entró en alguna ocasión, haciéndolo en el momento justo. En algún tramo con hojas pudimos comprobar la eficacia del control de tracción, que permite deslizar levemente la rueda trasera, sin llegar a ponerte en peligro en ningún momento.
Durante los casi 200 kilómetros que recorrí, solo sufrí por el frío helador y la niebla con la que amanecía Madrid. Apenas noté cansancio en las piernas ni en las nalgas, aunque el cuello, a altas velocidades sufre un poco. Pero, como hemos dicho antes, no es una moto que te pida ir a un ritmo alto, más bien lo contrario, te hará recordar el placer de conducir una moto auténtica.
La gama T100 está disponible dos versiones, la T100 y la T100 Black a un precio de 10.300 euros. A partir de la primavera de 2017, Triumph venderá un kit de limitación para el carnet A2, cuya instalación tendrá que realizarse a través de un concesionario oficial. Como no podía ser de otra manera, Triumph pone a disposición de sus clientes un universo de accesorios para personalizar tu Bonneville T100, más de 150 diferentes para hacerla única.
La moto al detalle...

Clásicas como pocas, la T100 hereda las líneas más emblemáticas de la firma inglesa. Diseño sencillo y limpio, casi minimalista, donde llantas de radios, asiento plano, depósito, faro redondo y horquilla con fuelles son su razón de ser.

El motor se podría incluir en el propio diseño de la moto. Un clásico bicilíndrico en paralelo de 900 cc acabado en negro, de 55 CV y 80 Nm de par, en el que se cuida hasta la limpieza de sus líneas.

Como buena clásica la T100 cuenta con un faro independiente y redondo, negro y con el marco en plateado, que es parte de la personalidad a esta Triumph.

Para detenerla la T100 cuenta con un único disco delantero de 310 mm y otro trasero de 255. Ambos son mordidos por pinzas flotantes Nissin de doble pistón.

La horquilla delantera la firma Kayaba, sus barras son de 41 milímetros y recorre 120 mm. Detrás cuenta con dos amortiguadores con el mismo recorrido, y aquí el clasicismo lo pone los fuelles de la horquilla y el hecho de montar un doble amortiguador trasero.

Si esta Triumph destaca por su diseño clásico aquí el depósito se lleva la palma. Es la nota color de la moto en naranja y blanco, azul y blanco o negro sólido. Las apoyaderas de las rodillas y el logo clásico de Triumph hacen por completar el conjunto.

El cuadro de instrumentos es igualmente clásico y estiloso. Dos esferas de agua se encargan de velocidad y revoluciones, mientras que dos pequeñas pantallas digitales, una en cada esfera, se encargan de todo lo demás.

El asiento es plano y confortable para ambos ocupantes, bastante mullido y de fácil acceso al estar situado únicamente a 790 mm de altura.
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