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El que nunca friega los platos, no los rompe jamás.
El novato Jorge Lorenzo se empezó a “encontrar” con su Honda en este MotoGP 2019, por fin, en el Gran Premio de Cataluña. No clasificó demasiado bien el sábado, ni siquiera sacó mucho en claro del Warm Up mañanero del mismo domingo. Pero a la hora de la carrera estaba a tope. Salió a la vuelta de calentamiento a ponerse primero buscando a Fabio Quartararo, el poleman. Y cuando se apagó el semáforo corrió como un ciervo herido en una montería y en el primer paso por meta ya estaba con los de delante, en la cuarta posición.
El novato Jorge Lorenzo tiene cinco títulos mundiales y ha ganado casi setenta veces una carrera de Gran Premio. No parece una experiencia muy dilatada, pero su intuición natural le decía que para ganar hay que pelear por la cabeza desde los primeros compases de la contienda. Que el piloto que tienes delante es el tío al que debes adelantar. Y cuando aquel grupo de campanillas llegó por segunda vez a la infame curva 10 (propia de un supermercado, según un tal Valentino Rossi) solamente había dos pilotos que iban por la línea; a la sazón, los de Honda: el veterano en HRC Marc Márquez y el novato Jorge Lorenzo; que siguió confiando en la moto que le había llevado de la décima plaza a luchar por el podio en cuatro curvas y ejecutó la maniobra a saco.
El novato Jorge Lorenzo se vio traicionado, más que por su montura, por la goma blanda delantera que eligió en la parrilla de salida. Su resbalón desde el interior de la curva, sin ir pasado ni embestir a ninguna otra moto antes de que el carenado de la Honda estuviera en contacto con el suelo, colisionó de lleno con la Ducati de Andrea Dovizioso primero; y la Yamaha de Maverick Viñales, después. Por detrás, Valentino Rossi se encontró con la escena y no fue capaz (otro novato) de esquivar la colisión, a pesar del enorme espacio que tenía hacia su derecha.
El novato Jorge Lorenzo dio la cara antes incluso de la conclusión de la carrera. Asumió la responsabilidad del lance de carrera al cien por cien. No fue sancionado por Dirección de Carrera, a pesar de las peticiones expresas de Maverick Viñales. Andrea Dovizioso, siempre fronterizo en sus declaraciones, aducía la “puntería”, las consecuencias del acto más que la maniobra en sí misma, para justificar un castigo. Y Valentino Rossi directamente exoneró a su excompañero de equipo, que fue novato en Yamaha hace ya más de diez años.
El novato Jorge Lorenzo pasó página de lo sucedido a los cinco minutos de terminar de hablar con el último periodista del paddock. Y salió a la pista de Montmeló este lunes de test a retorcer su Honda de nuevo, buscando los límites como hizo en el test de Jerez; después de haberse mirado al espejo tras el Gran Premio de España y decirse a sí mismo que no ha venido a HRC a hacer el ridículo. En Cádiz se revolcó dos veces en la jornada de pruebas y en Barcelona lo ha hecho una, por la mañana. Porque ha decidido aprender a ganar. Otra vez. Y porque cuando gane una carrera con su nueva moto, disfrutará de la victoria como si fuera la primera de toda su vida.
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