El Dr. Jeckyll y Mr. Hyde

¿Habéis visto la película o leído la novela de “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”? Habla de un trastorno de doble personalidad causado, en la ficción, por una “poción mágica”. Tienes dos versiones cinematográficas: la “seria” de 1941, nada menos que con Spencer Tracy, y la “divertida” de 1963 (titulada en español “El Doctor chiflado”) con Jerry Lewis. Las dos valen la pena.

Vale, somos muy cineastas, pero…. ¿Qué tiene que ver esto con las motos y los scooters? Os voy a hacer dos confesiones. La primera: que tengo el llamado trastorno de “Doble personalidad”, yo y todos los periodistas del motor lo tenemos. ¿Por qué? Lo he contado muchas veces por escrito, en podcast o en vídeo: Tenemos dos opiniones, una como aficionados y otra como profesionales. Y no siempre coinciden.

Segunda confesión: A mi personalidad Mr. Hyde, la del “malo” para quien no lo sepa (en mi caso la del aficionado), no le gustan los Scooter. Tuve varios, alguno “de campanillas”, pero recuerdo cuando me dijo un amigo mío, mirándome de arriba abajo, “no eres hombre de scooter”. Y no, no lo soy.

Pero a mi personalidad profesional, la del Dr. Jekyll (la del “bueno”), sí que le gustan los scooter ¡y mucho! Son prácticos, limpios, sencillos de manejar, cómodos y los hay de todos los tipos, para viajar e incluso con notables cualidades deportivas. Son, además, un buen inicio para llegar a las motos “de verdad”. O en el otro extremo (lejos del inicio), sirven para no dejar las dos ruedas cuando las motos “de verdad” nos resultan incómodas o poco prácticas.

Pero hay una cosa en la que mis dos personalidades coinciden: Me pueden gustar más o menos los scooter, pero tanto el Dr. Jekyll como el “malote” de Mr. Hyde tienen claro que si vas sobre dos ruedas con motor, en scooter o en moto, eres motorista. Eso lo tengo claro. Y, entre otras cosas, de eso va este número de la revista que estás viendo.