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Pongámonos en antecedentes. En 1947, la AMA organizó un rally en Hollister, California, que directamente se le fue de las manos. Seguramente, las borracheras y las peleas no eran nada nuevo entre los clubes y las bandas bikers, pero los incidentes de Hollister, la publicación de los hechos en la revista Life, su posterior adaptación literaria y, finalmente, la traslación a la gran pantalla, consiguieron sacar a la luz los elementos más sórdidos de la cultura biker de la época. Que Hollywood se fijara en ello y lo entendiera como nuevo filón cinematográfico tan sólo era cuestión de tiempo.
Los incidentes de Hollister fueron la base para la realización de la primera película biker, ‘Salvaje’(The Wild One, 1953). El film de Marlon Brando es, seguramente, el punto de partida de lo que luego evolucionaría en un género cinematográfico por sí solo.
‘Salvaje’, aunque fracasó en su estreno, terminó siendo un icono de la cultura pop que incluso a día de hoy permanece, y en su momento sirvió como manual de conducta y apariencia para muchos de los bikers primerizos, entre ellos James Dean o el mismo Elvis Presley. No es nada extraño. Lo ocurrido en Hollister no sólo sirvió para acuñar el término 1%, también puso a los grupos de moteros en el punto de mira de la policía y los ciudadanos modelo.
Cuando unos años más tarde el gobierno estadounidense publicó el Informe Lynch (donde se calificaba a la gran mayoría de grupos bikers directamente como criminales), a Hunter S. Thompson le faltó tiempo para introducirse en los Hells Angels y escribir una crónica que cambiaría las cosas para siempre.
El cine biker explotó a mediados de los años 60 gracias a Roger Corman, el Rey de la Serie B. Corman, cuyas películas eran estrenadas en cines al aire libre y en sesiones dobles, siempre estuvo al tanto de lo que podía gustar al público en cada momento. Así, cuando los Hells Angels asaltaron los puestos de prensa de todo el país, tan sólo tardó unos meses en tener a punto una película que reflejara todo aquello de lo que se hablaba en los periódicos. Además, en 1966 las películas del oeste de serie B habían empezado su declive, algo que Corman no pasó por alto y que, de alguna forma, quiso traducir en el recientemente creado cine biker. Para él, los bikers en elcine eran los nuevos cowboys forajidos, a lomos de motocicletas en vez de caballos.
Con guión de Charles B. Griffith, un habitual en las producciones de Corman que al cabo de los años diría que “[Corman] usa la mitad de su genio para degradar su propio trabajo y el resto para degradar a los artistas que trabajan para él”, Roger Corman contrató a Peter Fonda, Nancy Sinatra, Bruce Dern y Diane Ladd como reparto principal y se puso manos a la obra.
El resultado fue ‘The Wild Angels’ (‘Los Angeles del Infierno’, en su distribución española), la película clave para entender todo el cine biker que vino después: peleas, sexo, drogas, un cierto sentimiento de hermandad y convincentes imágenes de bandas motorizadas circulando por carreteras polvorientas. Esos fueron los elementos indisolubles al cine de moteros más auténtico, cuando los bikers eran unos busca-líos y había que entretener a la audiencia, como diría el director Al Adamson para excusarse de la realización de su ‘Satan’s Sadists’ (Los Sádicos de Satán), en 1969; el mismo año que todo tomaría un nuevo cariz... gracias a ‘Easy Rider’ (Buscando Mi Destino).
‘Easy Rider’, sin ninguna duda la película de moteros más famosa de la historia, es más una fábula hippie que una cinta auténticamente biker, pero de alguna forma plasmó en el imaginario colectivo un nuevo tipo de biker que con el tiempo acabó siendo muy popular: aquel que no busca jaleo, que va a su bola y que, en definitiva, solo quiere que le dejen en paz siendo él mismo.
Históricamente hablando, 1973 representa el último año de vida del cine biker tal como fue concebido. Recién inaugurada la década las películas de moteros habían sufrido un cambio palpable en su desarrollo y progresivamente se habían ido distanciado de lo que era el cine bikeroriginal, una suerte de historias sencillas donde la crudeza y violencia gratuitas eran la clave, para ir incorporando otros géneros dentro del género.
Poco a poco, el cine biker fue muriendo en favor de propuestas más psicóticas, más plurales, pero también mucho más alejadas de lo que era el verdadero sentir de la carretera. El terror, el humor o el sexo empezaron a dominar el género (que se había convertido en un cine con bikers, no de bikers), en la época en que el cine exploitation –de bajo coste- tuvo un éxito espectacular. Europa también respondió a la llamada, e incluso España tuvo su dosis de cine biker patrio con la incomprensible ‘Los Violadores’ (1981), de Paul Grau, una película realmente violenta en la que moteros nazis a lomos de motos de trial se mezclan con pijos de Barcelona y bandas de karatekas. Y todo ello a ritmo de Krokus.
En otro espectro, las choppers dejaron de dominar el celuloide, y en 1971, por ejemplo, SteveMcQueen estrenaba su célebre ‘On Any Sunday’ (‘Prueba’, en España), excelente documental de motocross que tendría su réplica con ‘Dirt’, en 1979.
Desde los 80, las motos custom en el celuloide son más una anécdota que otra cosa. Propuestas recientes como ‘Hell Ride’ (2008) intentan recuperar, sin éxito el cine biker de finales de los 60.
En el cine, las bandas motorizadas seguían (y siguen) representando el mal; mientras que los bikersque van por libre acostumbran a estar llenos de filosofía, incomprensión y ganas de seguir luchando. ‘Salvaje’ ya mostraba algo parecido en 1953, con los personajes de Johnny y Chino así que, al fin y al cabo, tampoco es que se haya avanzado tanto. Como tantas veces se ha dicho, cambian las formas pero el contenido sigue siendo el mismo
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