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Viajamos en moto hasta MotorLand Aragón para vivir las carreras de MotoGP en directo: una aventura inolvidable que perdurará en nuestra memoria.
Lao Tzu nos recuerda que: un viaje de mil millas comienza con un simple paso. Al budismo se le atribuye la idea de que el viaje es el destino, a menudo en la vida, lo importante no es llegar, sino el camino recorrido hasta alcanzar el final.
¿A qué viene tanto pensamiento profundo? Pues, simplemente que, mi sobrino y un servidor, tras seis meses de preparación, pudimos ir en sendas motos desde Madrid al Gran Premio de MotoGP de Aragón.
Mi familia se cagó en mis muertos (que son los de ellos también) porque llevaba al niño (que ya es padre) a un viaje en moto, con el peligro que eso puede significar. Su mujer, con un niño de dos años y otro en camino, tampoco estaba encantada con la idea. Al final, pudimos cuadrar las obligaciones familiares y comenzamos nuestra pequeña aventura.
Juangui (el sobrino) tenía por fin el carnet A ya en el bolsillo. Él llevaría mi moto, una Triumph Tiger Sport 660 de 2023. Así que tenía que encontrar la manera de que me prestasen a mí una. Quiero dar las gracias a Pablo Silván (Onetron, la empresa importadora de Voge) por haber tenido la gentileza de dejarme una 525DSX. La pequeña bicilíndrica de 47 CV es mucho menos potente que la Tiger (81 CV), pero en todo momento se mostró de valiente y dispuesta a lo que hiciera falta. A lo largo del viaje la mayor parte del tiempo marcaba un consumo de 3,6 litros, y solo en los 200 últimos km, el domingo por la tarde, camino de la cuadra como los burros, llegué a ver 4,0 litros en el panel digital.
Salimos el viernes por la tarde desde Madrid, a eso de las 15:00 horas, teníamos por delante unos 385 km hasta llegar a Mosqueruela, nuestro centro de operaciones. Rodando por la zona de Molina de Aragón, entre Peralejos de las Truchas, Checa y Alustante, nos perdimos por mi culpa. Si no es por Juangui (que es piloto en una aerolínea comercial y sabe navegar) todavía estaríamos ahí dando vueltas, pues mi sentido de la orientación, ni está, ni se le espera.
Cuando más perdidos estábamos le preguntamos a una anciana por cómo llegar a la carretera general y su respuesta fue: “Yo no soy de aquí. Le voy a pregunta a mi marido. No está, mi marido ha salido. ¿Son ustedes de aquí?”. Un buen amigo me había trazado una ruta muy bonita y la seguimos más o menos. Sumando pérdidas de tiempo por las vueltas que dimos, paradas, repostajes y demás, tardamos 6 horas justa en llegar a Mosqueruela, un pueblo de montaña de Teruel que tiene 532 habitantes. Uno de los vecinos es un buen amigo, quien nos acogió en su piso. Ronco como si no hubiera mañana, y mi amigo ronca más que yo, así que Juangui pasó dos malas noches (viernes y sábado) pero como ya tiene un hijo de dos años, está acostumbrado.
Hay unos 132 km (de curvas) entre Mosqueruela y el circuito de MotorLand Aragón. Tardábamos unas dos horas en ir y otras tantas en volver. Esa zona, que no conocía, me ha enamorado. Aquello parecía Suiza por el verdor, pero más bonito todavía que el pequeño país helvético. No sé si es siempre así, o se debe a lo mucho que ha llovido este año en la Península. Pasamos por pueblos preciosos como Morella.
La entrada y salida al circuito, tanto el sábado como el domingo, fue perfecta. Ir en moto facilita la operación, lo hicimos más deprisa que en nuestro querido Cheste, donde hemos ido varias veces. Tuvimos la suerte de que nuestra grada, a final de recta, estaba cerca de uno de los parking-guardacascos del MOTO Club MAPFRE. No solo dejamos allí nuestras monturas y cascos, sino que nos regalaron una gorra, unas gafas y una bolsa para transportar el casco. ¿Qué más se puede pedir?
El ambiente en la grada fue excelente, algún cretino tenía querencia a levantarse para no dejar ver a los demás, pero el resto de la grada, con educación, enseguida le conminaba a que bajara el culo. A nuestro lado había unos aficionados franceses que vivieron con desazón cómo Quartararo y Zarco se iban al suelo. El motociclismo no es un deporte sectario y la mayoría del público apoyaba a todos los pilotos, ya se tratase de Marc Márquez o Somkiat Chantra (al primero un poco más). Detrás justo de nosotros estaba un padre con su hijo de unos 10 años, quién hacía preguntas interesantes a su progenitor: “Papá, ¿cuánto mide el circuito? ¿Cuánto corre una MotoGP?”. Lo cierto es que vi pocos niños entre el público. Lo que sí había era bastantes aficionados de fuera: franceses, italianos y portugueses.
Pasamos mucho calor, pero quizás lo peor de todo es que en MotorLand Aragón hay un gran déficit de sitios con sombra. La gente descansaba en las escaleras de las gradas, uno de los pocos sitios donde no llegaban los rayos del sol. Además de bastante tierra sin asfaltar. Si los responsables del circuito arreglan estos dos detalles creo que MotorLand Aragón será todavía más atractivo.
Antes de la carrera de MotoGP pasó por encima de la pista un caza Eurofighter, ¡espectacular! Volaba más rápido que la velocidad del sonido, durante un momento, daba la sensación de que era silencioso. Luego realizó una ascensión casi en vertical para desaparecer de la vista en unos instantes.
Los últimos 200 km el domingo se nos hicieron interminables (no te vamos a engañar). Hacía un sol de justicia y los miembros de la Benemérita estaban en los sitios más visibles y también escondidos en las rectas más aburridas de 90 km/h para hacer caja. En fin, nada nuevo bajo el justiciero astro rey.
A las 19:30 horas estábamos en casa, cansados, pero después de haber vivido lo que, para nosotros, ha sido una aventura inolvidable. No, no le vamos a quitar el puesto a Ted Simon o Emilio Scotto, pero Juangui y un servidor de usted estamos contentos y hasta me atrevo a decir que orgullosos por lo vivido.
Mi Tigresa, conozco las cabras que guardo, sabía que no iba a defraudar. La moto que me sorprendió de manera positiva fue la Voge 525DSX, con 47 CV, 44,5 Nm, frenos Nissin con ABS y control de tracción desconectables, modos de motor, suspensiones KYB, iluminación full LED, faros auxiliares, y cauchos Metzeler Tourance. Todo ello por 5392 euros.
Si nunca has oído a una Moto3 o Moto2, ¡no digamos una MotoGP! Empieza a preparar un bonito viaje para algún GP de 2026. Descubrirás que más importante quizás que llegar al destino, son todas las vivencias que ocurren por el camino. Como encontrarte a una anciana que cuando le preguntas por cómo llegar a la carretera general te contesta: “¿son ustedes del pueblo?”.
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Tras estudiar periodismo e inglés, en los 80 me publicaron una entrevista con Kenny Roberts y desde entonces estoy en este mundo. Dispuesto a aprender hasta la caída de la bandera ajedrezada.