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Para el número 100 de nuestra revista digital y dentro de la experiencia Ducati, decidimos probar el modelo más deportivo de la marca, saliendo desde la fábrica de Borgo Panigale, el lugar que la vio nacer, y rodar por las carreteras de la Toscana italiana.
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Cuando propusimos a Ducati visitar su fábrica y su museo para nuestro número 100, además de abrirnos sus puertas y enseñarnos el corazón de la marca, nos ofrecieron probar la Ducati Panigale V4S, su segundo modelo más deportivo a la sombra de la Ducati Panigale V4R. De este modo poníamos la guinda al pastel de la experiencia Ducati. Una guinda en forma bala roja de líneas suaves y afiladas, con 214cv, 195kg y la más alta tecnología.
Después de conocer la historia de la marca en la visita a la fábrica y al museo en un día cargado de emociones y sensaciones, caminando entre toda la familia de trabajadores, diseñadores, montadores, expilotos, directivos,… que sienten la marca y entran orgullosos en las instalaciones cada mañana al comenzar su jornada laboral, plenos de estar en un equipo de tal pasión y dedicación; teníamos que buscar una ruta digna para la moto y la experiencia.
De este modo elegimos la carretera SP65, donde los ingenieros y los pilotos probadores realizan los últimos test a las motos salidas de la fábrica, y que nos llevará desde Bolonia hasta las puertas del icónico circuito de Mugello, para terminar así de disfrutar de este pastel en forma de experiencia Ducati y saborear su guinda en un entorno idílico. Al finalizar un día cargado de emociones, y con el destino y ruta fijados, solo nos queda dormir y esperar a la salida el sol.
A la mañana siguiente nos levantamos todavía embriagados de los ecos de la historia de Ducati, de ver sus motores crecer desde 0, y como de la nada surgen bólidos de un diseño que parece esculpido en piedra por el mismísimo Bernini. Y mientras nos desperezamos nos sentimos, en cierto modo, parte de la marca por poder disfrutar de esta experiencia y vivirla desde las entrañas de su estructura.
Con estas sensaciones a flor de piel, nos ponemos el mono de cuero, casco, botas y guantes nuevos, inmaculados, todo de estreno preparado para la ocasión, y nos dirigimos de nuevo hacia las instalaciones de Ducati, a escasos kilómetros del hotel.
Nada más comenzar a rodar destaca sobre todo su ligereza y manejabilidad instantánea, unido a una posición, que aun siendo muy R, no nos hace sentir forzados sobre la moto. Tamaño contenido, depósito pequeño, ligera y manejable,… de primeras, con todas estas sensaciones, parece sorprendente que una moto con un carácter tan de carreras nos permita rodar tan cómodos y tan fácil.
El embrague tiene un accionamiento muy suave, y el quickshifter por su parte funciona a la perfección subiendo y bajando marchas incluso a bajas revoluciones. El motor en bajos es muy dócil, lo que nos permite rodar entre el tráfico en ciudad con mucha soltura, y con una comodidad y facilidad que no esperábamos.
Una vez abandonamos el extrarradio de Bolonia y nos adentramos en la primeras carreteras secundarias, cambiamos al modo Sport, que vuelve a ajustar toda la configuración de la moto.
Antes, navegamos un poco por las posibilidades de configuración de las ayudas electrónicas y jugamos por el display, pasando por lo diferentes niveles de control de tracción, de antiwheellie, las diferentes configuraciones de la suspensión,… todo electrónico, todo accionable desde el manillar con unos pocos clicks. La tecnología de esta moto es brutal, con mil matices programables al gusto de cada uno, que hacen que vayamos más seguros en carretera y seamos mejores pilotos en pista.
Las suspensiones Öhlins electrónicas semiautomáticas (se adaptan a tu conducción instantáneamente dentro de los parámetros del modo seleccionado) se muestran impecables, seguras, firmes, rápidas,… y de nuevo sorprendentemente cómodas en carreteras bacheadas a baja velocidad.
En curvas enlazadas con buen asfalto apretamos un poco más, pero el estado del firme y el ancho de la vía cambian continuamente sin previo aviso, por lo que siempre llevamos un margen amplio de seguridad, ya que además no conocemos el trazado.
Nos quedamos siempre a unos milímetros del borde de los neumáticos, pero yendo a un ritmo suficiente para calentarlos y sacar “pelotillas” los Pirelli Supercorsa. Y las sensaciones son siempre de estabilidad, manejabilidad y control, sintiéndonos seguros en todas las situaciones con capacidad de corrección total y con un nivel de diversión brutal, siempre supervisados por el trabajo constante de las ayudas electrónicas que copilotan contigo.
Según avanzamos hacia nuestro destino abandonamos la Emilia-Romagna y adentramos en la Toscana, donde nos encontramos con todo tipo de paisajes y carreteras diferentes.
Es difícil encontrar kilómetros seguidos con el mismo tipo de asfalto y no podemos mantener los mismos ritmos ni ángulos de inclinación. Pero aunque no tenemos tiempo de adaptarnos al terreno, la moto ya lo hace por nosotros, ajustando parámetros en tiempo real y sujetando la moto en multitud de situaciones.
Las potentes pinzas delanteras Brembo Stylema con discos semiflotantes de 330mm muestran un tacto dosificable en todo momento y sin nada de fatiga (nuestro ritmo no era ni mucho menos de circuito), funcionando mejor cuanto más los calentábamos.
De primeras y a baja velocidad la sensación es de no tener mucha mordiente (aun así tiene una potencia más que sobrada para circular a baja velocidad) y a medida que aumentamos la velocidad funcionan cada vez mejor, disipándose por completo la sensación de primer tacto poco potente.
La pantalla TFT tiene una excelente visibilidad y el display es de muy fácil manejo, pudiendo jugar con las diferentes configuraciones fácilmente. Además tenemos toda información relativa al ordenador de a bordo por la que podemos navegar también de forma muy intuitiva.
Una constante durante todo el día fue pensar en lo fácil que se te olvida lo que llevas entre las piernas por la facilidad de uso que trasmite.
Las curvas enlazadas que más nos gustan para fotos las repetimos varias veces y podemos probar un poco más de las mieles de las prestaciones de esta bestia que casi conduce por ti, y podemos sentir un esbozo de lo que es llevar una moto así en circuito; porque este territorio es su tierra natal, pero su hábitat natural está en los grandes circuitos de velocidad. Solo allí es donde se puede probar realmente entre las diferentes configuraciones de motor, suspensiones, controles de tracción y antiwhellie,… y donde se puede llegar a sentir todo de lo que capaz esta MotoGP de calle.
Esta sensación se incrementa nada más llegar a Mugello, donde terminamos nuestro viaje. Desde la fábrica de Ducati hasta aquí hemos pasado por multitud de paisajes y trazados, desde carreteras estrechas y cerradas de mucho desnivel en medio de bosques, hasta curvas amplias planas en llanuras, con todo tipo de asfaltos de todos los colores.
Al llegar al circuito nos quedamos en la entrada, y las ganas de entrar y probarla para lo que se ha concebido realmente gritan en nuestro interior. Finalmente inmortalizamos el momento y emprendemos el viaje de regreso con una sonrisa en la mirada y con la visión puesta en la próxima vez que nos subamos a la Ducati Panigale V4S.
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