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Prueba Triumph Speed Triple S / R 2016

La naked más potente y rápida de Triumph llega totalmente renovada para este año. La sexta generación de la Speed Triple recibe una sofisticada electrónica y modificaciones en su parte ciclo que harán que disfrutes sobre ella de manera salvaje. ¡Ya la hemos probado!

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Jorge Torrecillas
Alessio Barbanti
22/01/2016
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Jorge Torrecillas
Alessio Barbanti

22/01/2016


ASPECTOS POSITIVOS

Electrónica
Acabados
Suspensiones (R)

ASPECTOS NEGATIVOS

Radio de giro
Autonomía
Precio

PRECIOS:  Triumph Speed Triple S: 13.200 euros // Triumph Speed Triple R por 14.900 euros.

Lleva nada menos que 22 años en el mercado pero la Triumph Speed Triple goza de una juventud envidiable. Su última versión –la sexta en su historia- es la más evolucionada, efectiva y tecnológica de cuantas han pisado el asfalto.  Y es que este modelo de Triumph siempre ha sido cuidado con mucho mimo por la marca y ha sido muy bien recibido y esperado por los apasionados de las motos de verdad. Estamos ante una streetfighter pura, diseñada para ser naked, y no una adaptación de una deportiva. Este detalle parecerá superfluo para muchos, pero no lo es, es una de las claves de la personalidad de la Speed Triple que llega ahora para plantar cara sin tapujos a las grandes naked del mercado.

¿Qué tiene de nuevo?

La mítica Triumph Speed Triple ya pedía una evolución en su sistema de gestión y ahora es la electrónica quien ha entrado de lleno en los dos modelos S y R. Acelerador electrónico, cinco modos de conducción, control de tracción, ABS desconectable, avances que posicionan a esta nueva Triumph junto a las grandes naked de la categoría.

Se mantiene el polifacético tricilíndrico de 1050 cc pero totalmente renovado con más de 100 componentes nuevos entre los que destacan la cámara de combustión, culata, cigüeñal mecanizado, y el nuevo diseño del pistón. Esto afecta directamente al rendimiento donde la marca asegura que da más par y potencia a la vez que se reduce el consumo un 10 por ciento. Ahora son 140 CV declarados los que nos da su propulsor y entregados de una manera súper progresiva pero a la vez contundente. Se ha ganado en respuesta a bajo y medio régimen y sobre todo una respuesta al golpe de gas inmediata.

Se conserva el mismo chasis que en el modelo anterior, pero al haber modificado el asiento el reparto de pesos es distinto. En ambos modelos se montan pinzas Brembo monobloque “pata negra” y bomba de freno radial. Pero donde se marcan las diferencias entre uno y otro es en las suspensiones. La R equipa suspensiones Öhlins con horquilla invertida NIX30 de 43 mm y amortiguador trasero TTX36, mientas que la S monta Showa, también multirregulables. Además la R cuida su estética ofreciendo detalles en fibra de carbono como el guardabarros delantero,  acabado mecanizado en las torretas del manillar y los embellecedores del basculante, así como el subchasis pintado en rojo. Para mejorar el comportamiento en carretera y pista ambas motos calzan de serie los nuevos Pirelli Diablo Supercorsa, máximo agarre garantizado.

Sensaciones y altas prestaciones

Estamos ante una naked de 1050 cc. Una moto dirigida a un público experimentado y que sabe a qué se enfrenta cuando sube sobre una máquina de 140 CV. Sin embargo, aun siendo una auténtica streetfighter, es una moto fácil de llevar y muy amigable con el piloto. Tienen una postura muy ergonómica que te permite circular sin fatigarte a ritmo normal o bien al ataque si buscas el límite. Por otro lado, la nueva gestión electrónica le ha sentado fantásticamente bien ya que podemos amansar sus caballos o bien desbocarlos a nuestro antojo con sólo pulsar un botón. Además, el sofisticado control de tracción y ABS se ajustan a cada modo de conducción de manera automática por lo que en apenas unos segundos podemos tener una moto dulce o salvaje, según convenga, eso sí siempre con todo su caballaje disponible. También existe la posibilidad de usar el modo Rider, totalmente configurable a gusto del piloto.

Tuvimos oportunidad de probarla en varios terrenos: una ruta de más de 150 km de carreteras secundarias, de montaña y autovía y, para terminar, como guinda del pastel, varias tandas en el circuito de Calafat para exprimir al máximo todo su potencial. Más que suficiente para ofreceros unas primeras impresiones.

El trabajo en el motor realizado en Hinckley es excepcional. Se nota más lleno y lineal que en la versión anterior y sus cuatro caballos extra se hacen notar sobre todo en el empuje en medios. Un motor delicioso y con sonido bronco y excitante. Pero lo que más me ha gustado es cómo actúa el control de tracción en cada uno de sus modos. Intrusivo en el Rain, perceptible en el Road, efectivo en el Sport e inapreciable en el Track, dejándote incluso levantar la rueda delantera sin problemas. También es de elogiar el trabajo realizado con Brembo y el equipo de desarrollo de Triumph en los frenos. A pesar de llevar las pinzas monobloque y su potente bomba, el mordiente inicial es suave, pensado especialmente para un uso real en carretera y ciudad. Esto hace que no reste intensidad en la frenada fuerte, pero que desaparezca la brusquedad propia de un conjunto tan potente. Brillante.

La moto es muy efectiva en curva y tiene un aplomo impresionante. Sin embargo, es toda una señora 1000 con el peso de su bloque motor, no lo olvidemos. Esto se percibe únicamente en los cambios rápidos de dirección cuando enlazamos curvas, pero es algo con lo que contamos en este tipo de motos. A pesar de haber reducido el peso en muchos de sus componentes, como el escape (600 g. menos), asiento y colín más estrecho, el nuevo catalizador euro 4 hace que el peso final sea el mismo que su predecesora, 192 kg en seco.

Detallismo y personalización

Triumph vuelve a dar un paso adelante en el acabado final de sus motos y en esta Speed Triple no podemos ponerle ni un pero. Todo está cuidado al detalle y tratado con un cariño especial. Es una moto muy personal y se nota. Pero además se ha trabajado en una serie de más de 50 accesorios para que cada propietario pueda personalizarla a su gusto. Desde escapes Arrow, a depósitos de líquidos, carbono, espejos…

Y ahora bien… ¿Cuánto cuestan? La versión S sale a la venta por 13.200 euros y la R por 14.900 euros. Ambas estarán disponibles en el mes de febrero en la red de concesionarios oficiales de la marca.

 

 

La moto al detalle...

Motor

Totalmente renovado,  con 104 nuevos desarrollos que se combinan para ofrecer más potencia y más de par en todo el rango de revoluciones, cumpliendo las exigencias de la normativa Euro 4 y reduciendo el consumo de gasolina hasta un 10%. Entre otros avances cabe destacar la nueva cámara de combustión, nueva culata, un nuevo cigüeñal mecanizado, nuevo diseño del pistón y la incorporación del sistema de acelerador electrónico 'Ride-by-Wire'. Otra mejora de las nuevas Speed es, por ejemplo, el embrague anti rebote.

Suspensiones

La versión R monta las “pata negra” con horquilla invertida de 43 mm NIX30 y amortiguador trasero TTX36 Bitubo. En la versión S las firma Showa y también son multirregulables

Instrumentación

Completo cuadro de instrumentos que nos da información total sobre la moto. Una pantalla TFT con velocidad, consumos, medias, modo seleccionado… y un cuadro analógico con las revoluciones. El ordenador de a bordo se maneja desde la piña izquierda. 

Electrónica

Por fin llega a la Speed Triple. Cinco diferentes mapas de potencia, control de tracción y un modo configurable llamado Rider para ponerla a tu gusto. Todo se controla desde cómodos pulsadores en el manillar, muy intuitivo. 

Luces

Se mantiene la óptica de doble faro delantero pero se incorpora DLR, un novedoso sistema de luces diurnas. Los intermitentes son tipo LED. 

Depósito

Más bajo y estrecho, lo que le resta capacidad. Sin embargo, con sus 15,5 litros sigue manteniendo la misma autonomía (más de 200 km). 

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