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Agárrate porque vienen curvas, y no es una manera de hablar. El ritmo de Jamie Robinson en la mítica subida de Pikes Peak es simplemente... estremecedor.
Cuando lo que te rodea pasa a esa velocidad sólo cabe una explicación: vas extremadamente rápido. Si te fijas en el velocímetro no te confundas y más que en kilómetros... ¡piensa en millas por hora!
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