Destacados:
Maverick Viñales está de vuelta, no es un espejismo. Todos le preguntan qué ha cambiado, de un tiempo a esta parte. Aquí van un par de claves, o tres…
El piloto de Rosas tocó fondo (a su pesar) en Montmeló, tras ser derribado por Jorge Lorenzo en carrera. Ya entonces tenía a su disposición las mejoras del embrague en su M1 que le permiten salir cada vez mejor. Pero hasta quince días después, en Assen, no certificó la recuperación que ya estaba en marcha. Y una semana más tarde, este domingo en Sachsenring, ha conseguido ser el primero de los mortales tras el “dueño del circuito, señor del anillo” Marc Márquez; que ha ganado por décima vez consecutiva en tierras alemanas.
Maverick Viñales es el primero que quita importancia a las evidentes mejoras de su Yamaha, especialmente en lo que se refiere al mencionado embrague y, sobre todo, a la tracción recuperada gracias a la nueva comunión de la moto con las gomas. Esto, insisto, es evidente; pero para mí (imitando a Mack) me parece lo menos relevante por dos razones: porque de temas técnicos hay docenas de analistas que saben cien veces más que yo y porque siempre defenderé que la fuerza de cualquier ser humano (y esto concierne a los pilotos, aunque los quieran disfrazar de extraterrestres) reside en la cabeza.
Por lo tanto, de acuerdo: la moto va bien. Pero añado: la cabeza mucho mejor. Vuelvo a las palabras de Maverick Viñales refiriéndose al cambio de mentalidad que ha desarrollado y la tenacidad de seguir trabajando en la misma línea, sin rendirse. Está más centrado que nunca antes en todo el tiempo que lleva pilotando para la fábrica de los diapasones. Su mentalidad está más reforzada que cuando empezó arrasando con la M1 por una razón clave: viene de pasar la crisis más importante de su carrera deportiva.
Lo he contado muchas veces; pero lo explicaré una vez más porque es precisamente el defecto más grande que le atenaza: Maverick Viñales tiene la puñetera manía de convertir un error en un drama, un problema en un desastre; en un proceso de bloqueo mental que le lleva esas “arenas movedizas” que te dejan hundido hasta el cuello. Pues bien, matizo: ahora podemos decir que no la tiene, sino que la tenía. Esa “puñetera manía” la ha agarrado de donde no se le podía escapar y la ha echado directamente al contenedor amarillo de no sé qué hemisferio del cerebro; allí donde se reciclan “las basuras” que cualquier mortal tiene, tenemos, en la cabeza.
Hay una tercera clave (entramos en terreno especulativo, aviso) subordinada a la de la renovada fortaleza mental, que puede haber jugado un papel determinante en este proceso: la crisis de algunos rivales importantes. Álex Rins ha resbalado dos veces seguidas (y las dos delante de las narices de Viñales) en las dos últimas carreras. Rins ha sido uno de los “granos donde la espalda pierde el nombre” que han acompañado la carrera deportiva del de Rosas desde su más tierna infancia, hasta heredar la Suzuki que abandonó apostando por Yamaha.
Por otra parte, a lo largo de estas tres semanas de parón de MotoGP (y todo agosto en forma de serpiente de verano) tendrán ustedes acceso a multitud de especulaciones sobre el futuro de Lorenzo y Rossi. De Jorge ya hablan de sus “vacaciones para reflexionar” y de Valentino dirán que anunciará su retirada en Misano. Estos rumores nacen en el paddock; y el de Rossi directamente en el hospitality del Monster Yamaha Team. Y Maverick Viñales está puntualmente informado de ellos. Sonará a lo que suene (mal de muchos y tal) pero que la gente que te puede hacer sombra esté pasándolo mal es, siempre ha sido, un revulsivo para empezar a “pasarlo mejor”. Eso sí, recuerden siempre la máxima más importante de todas: No se fíen de nadie; y empiecen por no fiarse de mí.
Relacionados