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Pese a las duras circunstancias políticas y económicas, en 1950 España comenzaba a convertirse ya en un mercado potencialmente interesante para vehículos utilitarios económicos...
Hubo un antes y un después de la Vespa en Europa... y hubo, todavía con más razón, un antes y un después de la Vespa en España. Porque nuestro país -igual que Italia o Francia- arrastraba también las consecuencias de una guerra terrible pero, a diferencia de esos países, no poseía fábricas propias de motos o coches capaces de reemprender la actividad industrial aunque fuera con limitaciones.
Los responsables de FIAT se dieron cuenta, de inmediato, de que los españoles comenzaban a necesitar medios de transporte económicos y alcanzaron un acuerdo con las autoridades del régimen para fabricar conjuntamente sus modelos en lo que suponía, en la práctica, el nacimiento de SEAT.
Pues bien... seguramente -amigo lector- te preguntarás qué tiene que ver la FIAT en un artículo sobre las Vespas “españolas”... y la respuesta es muchísimo, porque resulta que Spartaco Boldori -el representante oficial de la marca automovilística turinesa en España y el hombre en el cual el gobierno italiano había delegado todas las negociaciones- era también amigo íntimo personal de Enrico Piaggio. Boldori tuvo claro que el scooter de Piaggio también funcionaría en España y le solicitó al INI -el Instituto Nacional de Industria- el correspondiente permiso para iniciar la fabricación en nuestro país de la Vespa.
Piaggio era un empresario con una visión comercial global adelantada a su tiempo y desde el primer momento se mostró abierto a dicha posibilidad. De hecho la Vespa se producía ya bajo licencia en Francia, Bélgica, el Reino Unido, Alemania y hasta en mercados tan exóticos como la India, Brasil o Rusia.
Finalmente, en septiembre de 1952, la flamante filial española de Piaggio -denominada Moto Vespa SA- se instalaba en la madrileña calle de Julián Camarillo, en el barrio de Ciudad Lineal y un año después salía ya a la calle el primer scooter Vespa fabricado en nuestro país.
Se trataba de una 125 CE con carrocería pintada de verde, asiento monoplaza y faro en el guardabarros; en esencia el mismo modelo 1951 que se estaba construyendo en Italia. Su precio era 16.500 pesetas, una cantidad más que considerable para la época pero aún así muy alejada de los astronómicos precios de un automóvil. Valga como referencia que en 1957 un SEAT 600 costaba 65.000 pesetas y un lujoso Seat 1.400 costaba 144.000 pesetas... en un país cuyo sueldo medio mensual era de 4.000 pesetas
El éxito del scooter es inmediato y los españoles que pueden permitírselas enloquecen con las Vespa. En 1956 la producción de la planta española aumenta de las ocho unidades diarias hasta las 20 y de los 60 trabajadores iniciales se pasa a más de 400. Pese a eso, hay una extensa lista de espera porque se reciben más de cien peticiones diarias, sin contar las de organismos oficiales como Correos, policías y demás.
En septiembre de ese mismo año se presenta una evolución del primer modelo, con el faro en el manillar y asiento biplaza... porque la factoría española tiene limitada su producción a los modelos de cubicaje inferior o igual al octavo de litro.
Apenas 5 años después de su desembarco en nuestro país, el fenómeno Vespa es tan imparable que en 1960 la sede italiana finalmente autoriza a su filial española la construcción del modelo estrella de su gama: la Vespa 150 GS. Será la primera Vespa española en superar los 90km/h y la primera en incorporar luz de freno trasero accionada por el pedal.
Con la fabricación de la GS 150 y su “hermana” 150 S -una versión “españolizada” de la 180 italiana- Moto Vespa se consolidaba como la filial más fuerte de Europa; de hecho los acabados de chapa y pintura de los modelos fabricados en Madrid tenían reputación de ser los mejores de todo el grupo. Pero la competencia no se había quedado de brazos cruzados y Lambretta -fabricada en Eibar- o motos como las Montesa, OSSA, Lube o Bultaco empezaban a hacerse notar en el mercado.
Y será esta necesidad de hacer frente a unas marcas nacionales cada vez más fuertes el germen del único modelo de Piaggio diseñado y construido completamente por Moto Vespa, en España y en exclusiva para el mercado español. Un privilegio vedado hasta la fecha a cualquier otra filial de la marca italiana y que significará el nacimiento en 1968 de otro vehículo mítico: el Vespino.
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