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Joan Mir ganó su primer GP la semana pasada en este mismo escenario. Con el primer match ball a la vista, la cosa cambia. Ya en los entrenamientos se abstuvo de forzar la situación. La caída por orejas de Álex Márquez el sábado fue una especie de recordatorio de que se estaba jugando el título. No en vano el otro Márquez, Marc, se jugó el título en Jerez en la primera carrera de la temporada con el resultado que todos conocemos.
Joan Mir no ha estado en las apuestas de los aficionados hasta muy avanzada la temporada. Se sabía desde la primera carrera que los tropiezos y lesiones se pagarían muy caros esta temporada. Tras las tres primeras carreras, Mir sumaba dos ceros y un quinto puesto, circunstancia que no invitaba al optimismo en su segundo año en MotoGP. Poco antes de empezar el campeonato, él mismo se había postulado como pretendiente al título con el mismo rango que su compañero Rins, dando por entendido que, por haber terminado su año de rookie, no había razón para tener ninguna consideración para con él. Se veía capacitado para ser el número uno del equipo. Podía parecer presuntuoso en un piloto de segundo año, incluso disculpable debido a su juventud, pero Joan Mir no hablaba gratis. Después de todo también es campeón del mundo de Moto3 y no eran incompatibles sus maneras amables y educadas con la ambición necesaria para ser campeón del mundo de la máxima categoría. Pero tras las tres primeras carreras parecía que la realidad se imponía ante su discurso, cuando lo cierto es que estaba cimentando la manera de acometer el resto de la temporada.
A sus 23 años, Joan Mir puede presumir de un palmarés a la altura de Álex Crivillé, ahí es nada, con la diferencia de que Mir no está enfilando el final de su carrera, más bien la está empezando. Como los buenos caballos de carreras, ha venido desde atrás, de menos a más, para fijar un ritmo de buenos resultados (en el top 5) en todas las carreras salvo Le Mans y hoy, en que ha sacado la calculadora con buen criterio.
Morbidelli, único rival real en esta última carrera, ha hecho los deberes y ha ganado la carrera (seguramente motivado tras ver cómo en Moto 2 Martín y Garzó le han robado en la última vuelta a Bezzechi sus opciones al mundial) no permitiendo a Miller alzarse con la victoria. Ha sido una carrera extraña, como la temporada. Zarco y Nakagami, candidatos a la victoria del décimo piloto distinto esta temporada se han caído respectivamente y Pol Espargaró ha heredado la posibilidad; una última vuelta eléctrica ha hecho olvidar que el mundial se decidía en apenas minuto y medio, cuando Miller, agazapado tras Morbidelli toda la carrera, ha decidido pasar a la acción y pasa al italo-brasileño en el penúltimo paso por meta. Lejos de amilanarse, se la ha devuelto al australiano antes de Doohan (curva 2). Miller hace lo propio en la 4, primera de derechas, hace falta arrojo, pero no terminará así la vuelta, porque a Morbidelli solo le servía la victoria. No se ha ido al suelo, Miller tampoco y la victoria de Pol con KTM tiene solo un cartucho restante.
Álex Rins ha sido cuarto, la medalla de madera. Si no fuera por su lesión a principio de temporada, podría haber luchado por el título, ha estado muy cerca. Pero también hizo sus ceros. La temporada que viene tiene la oportunidad de medirse con el mismo material al campeón del mundo. ¿No apetece que empiece ya?
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