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Seguro que os suena esta frase: “La noche y la carretera se hicieron para poder huir…”. Es parte de la letra de la canción de Miguel Ríos titulada “Mientras el cuerpo aguante”… Sí, una canción del año 1982, pero… después de leer que la edad media del motorista en España es de 47 años, ¡sí! ¡47 “tacos”!... pues ya no me acompleja hablar de cosas que sucedieron en los mágicos ’80.
El titular iba a ser “La moto, la noche y el verano” fiel a mi norma de que en los titulares, si no puedes ser brillante, al menos sé evidente… pero he preferido a Miguel Ríos. Creo que ha sido una buena elección.
Y es que confieso que en moto no me gusta conducir lloviendo, ni de noche, ni por autopista… Me parece un rollo, y tiene cierto peligro. Pero hay excepciones, bueno, para el tema de la lluvia no, considero que la moto y la lluvia no “casan” bien…
Muchos me reprocharéis que no soy un motorista “puro” o que soy un “blandito”. Pues sí, pues vale, si me pilla la lluvia de viaje, me pongo el traje de agua y sigo sin problemas. Pero si comienza a llover y no he salido de casa… pues lo dejo para otro día.
Pero la noche y las autopistas sí tienen excepción: El verano. ¡Adoro hacer largos viajes por autopista de noche, en moto y en verano! Esa sensación del aire templado en la piel, de tener todo el asfalto para ti, de soledad, de aislamiento, de viajar sin prisa… me gusta mucho.
Y os voy a contar una intimidad: Cómo descubrí esta afición mía a viajar en moto, en verano y de noche. Os hablo precisamente de mediados de los ’80. Tenía una novieta alemana estudiando en Sevilla y me fui a pasar unos días con ella… y un sábado por la noche, dijo que lo dejábamos… bueno, que me dejaba. Me dolió tanto que le dije “me voy a casa”. Vivía -y vivo- en Madrid y eran como las tres de la mañana.
Me subí en mi BMW R100 sin C, sin CS, sin RT y sin nada, R100 a secas, oyendo sus pistonadas, sintiendo su vibración y solo, me volví a Madrid. Es uno de los mejores viajes que he hecho nunca en moto. Llegué a Madrid amaneciendo: ¡qué paisaje, el cielo rojo y el “skyline” de la ciudad!. Y llegué sintiéndome, no bien, sino mejor que nunca. Tan bien… ¡que incluso he olvidado el nombre de la chica! Pero ese viaje no lo he olvidado.
¿Has probado a viajar en moto una noche de verano? Si no lo has hecho, no sabes lo que te pierdes…
Soy un motero atípico. De pequeño me preguntaban si quería más a mi madre o a mi padre y ahora si me gustan más los coches o las motos. No lo sé, pero me gustan mucho. De hecho llevo casi ¡40 años! en esto del periodismo del motor… y no me aburro.
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