En las carreteras de todo el mundo existen dos tipos de vehículos predominantes, los coches y las motos. Y dentro de las motos encontramos a los usuarios de scooters y usuarios de motocicletas. Todos son iguales, pero a la vez, cada uno es diferente…

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Muchos de vosotros, sí, vosotros, los que estáis leyendo estas líneas en este preciso instante, sois usuarios tanto de motos como de coches. Cuando cogéis el coche, podéis ser un conductor más, como cualquier otro, que se desplaza a un lugar u otro, sin una ilusión mayor que la de encontrar aparcamiento en vuestro destino y abandonar el vehículo para realizar otros menesteres. Sin embargo, cuando cogéis la moto, lo importante no es el destino, sino el camino y su disfrute al realizarlo. La mayoría de los motoristas, vayan en scooter o en moto, son realmente aficionados a las dos ruedas. Hay usuarios de scooter que no lo son y la emplean como un medio de transporte más. Pero si obviamos ese pequeño porcentaje, el resto, somos una tribu.

Y es que dentro del sector del coche, el porcentaje de aficionados reales a las cuatro ruedas, con respecto al de las motos, es ínfimo. Puedes encontrar, incluso, algunos clubes de coches y de marcas que no se llevan bien entre ellos. Pero esto, a nivel general, en las motos no pasa. Puede que tú seas un motorista de motos de aventura, de motos clásicas o de motos deportivas. Puede que exista algún tipo de motos que no te apasione para nada; de hecho, hay alguna moto que no te comprarías nunca, pero cuando vas con tu moto por la carretera, no niegas el saludo a ningún motero de los que te cruzas en el camino. Y si ves que algún motorista está parado al borde de la carretera, no te paras a pensar si la moto es bonita o fea, si es de tu estilo o no. No. Simplemente te paras para ofrecer tu ayuda. Y eso es lo que nos hace grandes. Es lo que nos hace tribu.

Y es algo que vemos reflejado en cualquier concentración, ruta o en los circuitos. Hay gradas dedicadas a los fan clubs, sí. Pero el resto del graderío dibuja una maravillosa ola de colores unidos por una misma pasión, sin importar si cada uno de esos colores tienen en su garaje una Harley o una Kymco. O si, simplemente, sueñan con poder tener una y todavía no cuentan con ella. Esto es algo que, por desgracia o por suerte, no podemos apreciar en aficiones de otro tipo. Y a veces no somos conscientes de la suerte que tenemos de formar parte de esta hermandad.

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¿Y por qué os cuento todo esto? Porque las motos enamoran. Sí. Todavía no he conocido a nadie que pruebe a montar en moto y al bajar diga que no le gusta. Al principio les puede ocasionar cierto miedo. Es una sensación nueva, diferente a nada que han probado antes. Pero es esa sensación la que les hace, finalmente, aficionarse a las motos. Porque si algo bueno ha traído la pandemia actual, aun siendo una desgraciada situación la mires por donde la mires, es que ha despertado una afición dormida en muchos que, por necesidad, han tenido que comprar una moto apta para su carnet de conducir. Y es que muchos de ellos, tras volver del trabajo el primer día, se han apuntado a la autoescuela para sacarse el carnet A2. ¿Por qué? Está claro. Porque las motos enamoran.