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Robustez, facilidad de transporte y, sobre todo, ausencia de ruido, hacen que la moto eléctrica sea considerada por los ejércitos del mundo.
Cualquiera que haya visto una película sobre la II Guerra Mundial sabe la importancia que tuvo la motocicleta en la contienda: en el bando alemán, a menudo con sidecar. Por desgracia los ejércitos del mundo siguen creciendo, y ahora sabemos que continúan apostando por la moto, solo que ahora es eléctrica.
La robustez y la ausencia de ruido son dos características que hacen muy atractiva a la moto eléctrica (el día que haya un helicóptero eléctrico será quizás el arma definitiva). Así, hemos sabido que el ejército australiano ha estado probando las Sur-Ron Firefly Light Bee.
Este modelo solo pesa 100 kg, alcanza una velocidad de 80 km/h y tiene una autonomía real de 50 km. Al no utilizar gasolina o aceite, las motos eléctricas son más fáciles de transportar en un avión o helicóptero. Otra ventaja es que se pueden sumergir sin necesidad de tener que sacar las bujías (que no tienen) y ponerse luego a achicar agua del motor… Además, los vehículos eléctricos emiten poco calor, que es una huella que se puede rastrear con facilidad y las haría un blanco más fácil.
Aunque también hay inconvenientes. A pesar de utilizar baterías extraíbles, la infraestructura de carga en campo abierto es limitada. Lo ideal sería recargar las baterías con paneles solares, pero lo más realista es que se deba recurrir a generadores alimentados por gasolina en los campamentos.
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Tras estudiar periodismo e inglés, en los 80 me publicaron una entrevista con Kenny Roberts y desde entonces estoy en este mundo. Dispuesto a aprender hasta la caída de la bandera ajedrezada.
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