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Joey Dunlop, irlandés nacido en 1952, corrió en los circuitos urbanos más importantes del planeta atesorando un palmarés irrepetible que le llevó a ser conocido como “King of the Roads”. Joey Dunlop murió en el año 2000 cuando disputaba la carrera de Pirita-Kose-Kloostrimetsa en Tallinn (Estonia), en la categoría de 125.
Pero su legado será difícilmente superable, con más de 200 victorias en carreras urbanas con todo tipo de motos y configuraciones de motor: 2 tiempos, 4 tiempos, bicilíndricas, tetracilíndricas, monos, en V, etc. Honda siempre ha sido su marca. Empezó a correr en 1969, tenía grandes conocimientos de mecánica, no se le caían los anillos por viajar en su furgoneta a alguna carrera y regentaba un pub en Ballymoney, su ciudad natal.
Un día de primavera de 1969, en Maghaberry, comenzó su leyenda. Joey se compró una Tiger Cub de 199 cc por 50 libras ganadas en diversos trabajos: camionero, soldador, albañil. Con el tiempo bromeaba diciendo que seguía haciendo esas labores porque formaban parte del programa de preparación física…
A los 25 años, en 1977, le llegó su primera victoria en el Tourist Trophy de la Isla de Man, que añadía a varios títulos irlandeses y varios triunfos en todas las clásicas carreras urbanas del Ulster: Tandagree, Killinchy, Carrowdore, Skerries, Mondello, Cookstown, Temple… En 1982 Honda Britain confió en él y le entregó material de primera fila. El resultado: cinco mundiales consecutivos de F-TT1. A partir de 1983 Joey comenzó a convertirse en el gran protagonista del Tourist Trophy. Entre 1983 y 1988 ganó 11 carreras del TT en F-1, Senior y Junior, logrando ganar tres pruebas a la vez en 1985 y 1988.
Los años 90 fueron complicados para Joey al no disponer del mejor material y las victorias se le resistían, especialmente en las máximas categorías, hasta que en el 2000 logró que Honda UK consiguiera para él un motor oficial. Y volvió a volar. Ganó en 125 y 250, como casi siempre, pero consiguió también el triunfo en F-1, 12 años después de su última victoria.
Volvía a estar feliz. Cuatro semanas después viajó a Estonia y en Tallín, el 2 de julio, en una carrera de segundo nivel, una mala caída acabó con su vida. Había disputado 101 carreras en la Isla de Man y cientos de carreras más en escenarios aún más complicados, pero el destino quiso que su final llegara en una prueba olvidada, a orillas del Báltico.
Su muerte conmocionó a todo el motociclismo, y a toda Irlanda. En el Ulster especialmente, se sintió como una tragedia nacional.
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