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El niño de la curva

El niño de la curva: Independencia y libertad

Pipe Hinojosa
06/04/2021
Es un hecho que las motos no interesan en exceso a la juventud, pero tampoco los coches y sin embargo la movilidad sigue siendo necesaria. ¿Qué es lo que está cambiando?

La expedición del carnet de conducir en cualquiera de sus variantes no es algo que inquiete a los jóvenes de más de 18 años en España. Tampoco en Europa. Desde luego, es un contraste muy grande con los que fuimos jóvenes en el siglo XX. Es un tema al que le he dado bastantes vueltas antes de encontrar lo que yo creo que es el porqué. Ten por seguro que, antes que yo, es una pregunta que se han hecho los fabricantes de motos de todo el mundo.

Es difícil hacer el análisis sin caer en juicios de valor, porque hablamos de motos y para mi es más que trabajoso comprender por qué los jóvenes no sienten una atracción irresistible hacia ellas. Así que lo primero que he hecho es introspección y preguntarme por qué nos gustaban tanto a nosotros, o más bien, por qué teníamos ansias de sacarnos el carnet, ya fuera de coche o de moto.

La respuesta es sencilla: la independencia. El vehículo propio (en adelante, la moto) nos proporcionaba la capacidad de ir a donde fuera a hacer “lo que fuera menester”, que en juventud, pueden ser muchas cosas. La movilidad era muy importante porque la comunicación estaba emparejada a ella. También existía un artilugio llamado teléfono, pero para hablar con un amigo (o la chica que te gustaba), tenías que llamar desde tu casa (o un terminal de monedas) a casa de la persona con la que querías hablar. Podía responder al teléfono cualquiera y tenías que desarrollar unas capacidad notable para agradar al desconocido/a que estaba al otro lado del hilo, sobre todo para asegurarte de que se iba a dar el recado de tu llamada.

De modo que la manera más fácil de hablar con alguien era quedar personalmente. Conceptos como la puntualidad y las costumbres eran importantes. Si tu pandilla solía quedar en el tercer banco del parque a las 18.30, sabías que ahí iban a estar unos cuantos.

La aparición a nivel masivo de los móviles primero e internet poco después, ha cambiado el mundo. Más que en un año concreto, me gusta trazar la línea entre personas analógicas (yo lo soy) y nativos digitales, en si tuviste antes móvil o coche/moto. Por regla general, si tuviste antes móvil, eres nativo digital.

Los nativos digitales han vivido una realidad muy distinta a la de los analógicos. No quiero decir que sea mejor o peor, pero sí distinta. Para hablar con alguien, se dirigen directamente a él/ella, que en principio parece más lógico. Pero también es cierto que se pierden el conocer a las personas de su entorno (los que te pueden coger el teléfono en un domicilio) y esa, lo creas o no, es también una parte de las personas a las que llamas. Además de analógico, me considero de natural sociable y es una pena perder ese contacto con los entornos, porque pienso que suman al mapa mental que me hago de las personas. Ese contacto directo que ahora se destila, unido al acceso a información infinita por medio del buscador del móvil (conectado a internet) proporcionan a los jóvenes de hoy esa independencia que nosotros buscábamos yendo a buscar a nuestra chica en moto para ir al parque. Antes, además de ligar, tenías que camelarte a la familia de tu chica por teléfono (ojo a los hermanos mayores). Ahora eliges en una aplicación a alguien que te guste, y si hay match, quedáis para “lo que sea menester” y ya si eso, después os conocéis.

Toda esta disquisición filosófica para constatar que las motos ya no le interesan a la juventud. Con la independencia conquistada (sin lucha), la movilidad está cubierta con el transporte público o nuevos fenómenos como los patinetes. En el ámbito urbano el scooter se defiende bien, con el moto sharing como garante, aunque sea eléctrico, de supervivencia. Pero las motos de gran cilindrada tienen los días contados. Las ventas de los fabricantes mundiales se centran en el continente asiático, paraíso de las scooter de rueda alta con marchas, que tarde o temprano también sucumbirán a la pujanza eléctrica. Las bicicletas eléctricas ya triunfan por aquí.

Eso sí, al joven que hoy en día le gustan las motos, le gustan de verdad, con libertad. Me aferro a esa esperanza.

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Después de muchos años en el sector audiovisual y trabajando como freelance para distintas marcas y medios, ahora disfruto de mis dos pasiones, las motos y la comunicación, en Moto1pro, la primera web de motociclismo digital en español.

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