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Evidentemente, no están todas las que son, pero sí son todas las que están. Se trata de motos que se convirtieron en míticas, algunas desde el momento de su lanzamiento, otras por lo que han supuesto posteriormente en la historia del motociclismo. Seguramente, cada uno de nosotros haría una lista diferente. El reto es escoger diez motos del siglo XX sin repetir marca. ¿Cuáles elegirías tú como las motos míticas del siglo XX?
Madre de la motorización en Europa después de la segunda guerra mundial, supuso un hito al conseguir un medio de transporte barato, limpio y accesible para todos los públicos. Aún en producción.
Durante muchos años, la moto de acceso a la gama de Harley-Davidson. En venta desde 1957, este año es el último que se podrá adquirir en Europa de manera oficial, según ha comunicado la marca americana. Una oportunidad para adquirir una moto histórica.
Pocas motos consiguen que un 5% de su producción siga rodando después de treinta años de su desaparición. La nueva normativa anticontaminación la acaba de sentenciar a muerte en ciudades como Barcelona. Se fabricó en dos períodos: 1962-1972 y 1982-1989 (Impala 2). ¿Te imaginas la Impala 3 con motor Honda?
La Honda CB 750 cambió todo y marcó el estándar de las tetracilíndricas japonesas de la época. También fue la primera moto de producción en emplear frenos de disco. En 2003 cesó su producción.
La respuesta de BMW a la pujanza japonesa de la época. Con la R90 S, las BMW dejaron de parecer motos vetustas, pero su elevado precio impidió que fuera una superventas. Apenas se produjo tres años, por lo que hoy son muy cotizadas.
Moto Guzzi tenía algo que decir respecto al desembarco de motos deportivas japonesas. Vio tres versiones entre 1976 y 1992. Si en España querías superar la barrera de los 200 km/h, era la moto a comprar.
A mediados de los 80 comenzaron a importarse motos japonesas en España. Yamaha introdujo la RD 350 LC, o “matapijos” por su elevado precio, fue la 2T de carretera que aunaba mucha potencia y poco peso. Dejó de venderse en 1993.
La primera moto de calle con especificaciones de moto de competición. Chasis de aluminio, ultraligera y sin compromisos a la comodidad, marcó a una generación que vio en ella la primera de las Superbike. Todavía se vende en algunos mercados.
La primera caza-records. En busca de la mayor velocidad punta, Kawasaki desarrolló la Tomcat, capaz de dar 137 CV y que supuso el pistoletazo de salida a una carrera que hubo que limitar, ya en este siglo, a los 300 km/h.
La más bella de las Bimota, solo se produjeron 252 unidades. Propulsada por el motor de la FZR 1000 EXUP, pesaba 25 kilos menos que aquella y costaba el doble. Hoy es objeto de deseo de coleccionistas y amantes del buen gusto.
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